MENUDO DÍA…
Él, tendido sobre mí no dijo nada en un buen rato. Me
dejó sollozar todo el tiempo que lo necesité. Como de las otras veces que me
había derrumbado ante él, me sentía muy bien a pesar de estar llorando.
Cuando los sollozos cesaron, él susurró a mi oído.
-Creo que te quiero sin apenas conocerte, no lo necesito.
Sé lo que tengo que saber de ti: sé que tú me quieres.
-Querer es una palabra muy fuerte para este caso- dije
incorporándome.
-¿No crees en el amor a primera vista?- preguntó
enarcando una ceja.
-Sí, creo en él porque lo he vivido. Al principio sientes
que es la persona más guapa, hermosa, perfecta, simpática del mundo, luego que le quieres muchísimo y
quieres estar con esa persona para siempre y… luego te das cuenta de que es un
cabrón que solo piensa en sí mismo y que le dan igual los demás. Pero, aunque
pienses eso, en el fondo le sigues queriendo
porque te has enamorado- dije mientras recordaba el primer día que había
visto a Fran.
-Yo siento eso. Quizás es porque yo soy diferente y mi
cabeza funciona de un modo paranormal pero, he leído sobre esto y sé lo que
siento. Sé que tu eres diferente al resto de las chicas que he conocido y que
contigo es mucho, muchísimo más fácil ser yo mismo-tenía un poco de razón, con
él no tenía que fingir estar feliz o triste era yo, solo Vero, solo Dani.
Mi cara debía expresar mi duda, ya que preguntó.
-¿Es muy raro?- con una sonrisa perfecta.
-Compruébalo por ti mismo- dije volviéndonos a besar.
También este beso era diferente. Este beso era para
conocernos el uno al otro, para sentir.
No fue muy largo pero si muy intenso.
Me incliné hacia delante y, él también. Nuestras frentes
chocaron silenciosa y dulcemente.
Nos quedamos así, mirándonos con los ojos llenos de sentimientos
de todo tipo. Nada podía estropear ese día, ni siquiera una tempestad pues, yo
ya tenía lo mío.
No sé cuantas horas estuvimos así, sin hablar, sin
alejarnos el uno del otro.
Sí, no sabía porque pero él tenía razón. No me lo podía
creer; yo, la que había dicho “nada de
chicos, vive tu vida; no te enamores o sufrirás mucho más”. Esa soy yo, tan
rara como incomprensible.
-¿Chicos, habéis terminado de pintar?- la voz de mi madre
irrumpió esa cosa tan mágica que había en la habitación.
-Sí, ahora estábamos hablando de… los profesores- dije
separándome un poco de él, me costó más de lo que creía.
-Muy bien. ¿Te quedas a cenar?- dijo mirando a Dani.
Yo también lo miré con ojos expectantes.
-Gracias por la invitación pero creo que hoy tenemos
visita en casa…
-Oh, no te preocupes. Puedes venir a comer o cenar cuando
quieras. Se me está ocurriendo una idea genial, mañana podríais venir tus
padres y tú a cenar.
-Claro. Se lo diré.
-Ya hablaré mañana con tu madre…
Dani sonrió.
-Bueno, debería irme ya. Los invitados no tardarán mucho
y me tengo que cambiar y darme una ducha…- dijo levantándose y mirándose la
ropa.
-Os quedado genial la habitación chicos- dijo mi madre
observando la obra de arte- voy a hacer la cena…
Salió de mi habitación.
-Tu madre es muy maja y guapa…- dijo Dani sonriendo.
- No me preocupa la competencia…- dije acercándome y
mirándolo a los ojos.
-¿Sabes quién viene a cenar a mi casa?
-No…
-Una chica muy guapa y lista…
-Como te he dicho, no me preocupa la competencia. Juego
con cierta ventaja…- en ese momento me precipité sobre sus labios.
También ese beso era diferente: era un beso de despedida.
-Chao.
-Chao.
Ambos nos despedimos aun sabiendo que ese día nos
volveríamos a ver.
Los dos salimos por la puerta de mi habitación.
-Adiós- dijo Dani al salir por la puerta a mi madre.
-Chao- dije yo mirándolo de nuevo a los ojos.
-Hasta mañana- dijo guiñándome un ojo.
Le cerré la puerta en las narices. Se escucho una pequeña
risilla al otro lado de la puerta.
Subí a mi habitación. Cerré la puerta de golpe pero con
cuidado.
Puse
música. Gland you came de the wanted.
Genial. Un día genial. Absolutamente genial. Nada lo
podía estropear. Salvo… pensar en lo ocurrido…
Era raro, muy raro… en un día, un solo día… todo eso… en
un día.
Era difícil de creer pero ahí estaba la “magia” o como se
quiera llamar.
Era inexplicable.
Sin darme cuenta estaba sonriendo delante del espejo…
tenía ese brillo en los ojos tan especial.
Ese chico era especial. Mucho, muchísimo. Y me gustaba…
más de lo que debería.
Él era... diferente (raro no, especial), guapo,
inteligente, alto…perfecto.
Me lancé hacia mi cama todavía recubierta por sábanas
viejas.
Tenía ganas de gritar.
Tenía una idea. Me ayudaría.
Me cambié la ropa manchada de pintura verde por unas
mallas negras y una camiseta floja roja. Me puse unos tenis blancos fáciles de
calzar.
Paré la música y bajé rápidamente las escaleras parándome
en un mueble del pasillo dónde, en una mochila estaban mis patines.
-Mamá me voy a patinar. No volveré tarde- salí por la
puerta sin esperar su respuesta.
Había una pista de skate no muy lejos de allí, con los
patines en cinco minutos estaría allí.
Me senté en el suelo, me descalcé y metí los tenis en la
mochila. Me puse los patines y me fui corriendo a toda velocidad.
Estuve patinando durante varios minutos sin pensar en
nada. Solo en el viento que rozaba mi cara dulcemente.
Tenía esa cualidad, la de poder poner la mente en blanco
cuando lo deseara. Era muy efectivo a la hora de estudiar y en los exámenes.
Llegué a la pista. Había unos cuantos skaters. Puse la
mochila en el suelo y me fui a la pista.
Al llegar me di cuenta de que un grupo de chicos que
tenían música puesta miraban en mi dirección. Uno de ellos se acercaba… genial, pensé, ahora me vienen a tocar las narices.
No le hice caso y fui hacia la pista.
Hice un par de piruetas en la U que me había enseñado un
amigo skater. Eso me recordó a casa, a mis amigos: Stela, Javi, Antonio, Maite,
Raquel, Judith, Nines, Coque, Kike (el skater), Tere, Germán, Maxi…
Demasiados recuerdos, demasiados nombres, demasiadas
personas que no estaban…
Volví a repetir los saltos con más concentración que
nunca.
Me cansé de la U al cabo de un rato y me apetecía correr.
Salí de allí corriendo a por la mochila y me fui a una pista lisa.
Allí había una chica sentada sobre un banco. Parecía
triste.
Tenía el pelo negro recogido en una coleta un poco
desecha de la que sobresalían unos mechones de pelo ondulado. Era delgada y más
o menos de mi estatura.
Me acerqué a ella.
De cerca se podía ver que era de tez blanquecina y tenía
los ojos azules grisáceos. Era muy guapa.
-Hola-dijo sentándome a su lado.
-Hola- dijo con voz apenada- Patinas muy bien.
-Gracias. Oye, ¿estás bien?
-Es que… soy nueva aquí, debería haber empezado el
instituto hoy pero, no pude…- se le fue apagando la voz.
-¿En serio? Yo también soy nueva. Empecé hoy el
instituto… Soy Vero.
-Yo Lola- dijo un poco más animada- no Dolores ni María
Dolores, Lo-la. Solo Lola.
-Vale Lola… sé que es difícil, mucho pero… hay que
empezar de una vez…
-Ya, para ti es fácil decirlo. Yo he empezado en muchos
sitios…
-¿Viajas mucho?
-Si de centro en centro. Pero ahora me han “adoptado”-
pronunció la palabra entre dientes.
No parecía una chica mala ni nada por el estilo. ¿A qué
centro se referiría? No pregunté aunque me mataba la curiosidad…
-Soy huérfana. Mis padres…
-No me lo tienes que contar si no quieres…- la corté.
-No, necesito contarlo- me dedico una pequeña sonrisa-
mis padres eran jóvenes cuando me tuvieron y me dieron adopción. Las personas
que me adoptaron al poco tiempo se cansaron de mí y me llevaron al orfanato. Y
llevo cambiando de orfanato cada año… hasta que Julia y Roberto me adoptaron…
-Lo siento…
-No pasa nada me has ayudado a soltarlo… ¿a ti que te
pasa? En la pista parecía que quisieses olvidar algo… o alguien…
-Sí, es difícil…
Le conté lo que me había pasado ese día. Todo: lo de
Dani, lo del instituto…
-Vaya… tu vida parece un culebrón o más bien una
telenovela…
Nos reímos las dos.
-Me alegra haberte hecho reír con mis miserias…
-Gracias.
Me dio un abrazo y dos besos.
-Por lo menos una chica normal. Me empezaba a preocupar
ese tema- sí, era un alivio tener una amiga.
-¿Por? ¿Las chicas son muy raras?
-Define raras…- ambas nos reímos- sí, bastante. Son muy
pijas.
-Me llevaré genial con ellas…- dijo con tono sarcástico-
por lo menos estás tú. Espera que te dé mi número.
-Claro- saqué mi móvil del bolsillo de mi mochila- dicta.
-697677…- fui apuntando el número.
-Vale, te doy un toque para que tengas el número.
La llamé y comenzó a sonar Deja bu de Irina.
-Ok. Es tarde, me tengo que ir a casa.
-Sí, yo también… ¿Por dónde vives?
-Creo que en la calle Zaragoza… número 14.
-¿En serio? Mi casa es la número 13…
-Genial.
-Vamos juntas…
Ambas nos levantamos a la vez. El chico alto al que antes
había ignorado se volvía a acercar.
-¿Qué hacen unas chicas tan guapas solas a estas horas?-
preguntó con un tono de voz que no me gustaba.
Él tampoco me gustaba tenía pinta de ser peligroso y dar
problemas. Era bastante más alto que Lola y que mí. Era guapito y su ajustada
camiseta blanca de tirantes dejaba ver unos ejercitados abdominales. También
vestía unos vaqueros claros gastados y muy bajos con unos tenis anchos.
-Vámonos- me di la vuelta mientras agarraba por el brazo
a Lola para que me siguiese.
-Vero, espera. A este chico le debo una disculpa- me
quedé sorprendida- Siento lo de antes, solo querías ser amable…
Se dio la vuelta y las dos nos fuimos mientras el chico
atónito volvía con su pandilla.
En ese momento la canción de Taio Cruz, Break your heart comenzaba a sonar en el interior de mi
mochila.
-Mi móvil- dije mientras me giraba para cogerlo de mi
mochila. Era Aarón. Mi hermano mayor.
-Hola. ¿A qué se debe la demora de su llamada? Me dijiste
que me llamarías a eso de las cinco…
-Era Paola que le dio por ir a comer a un chino. Un
hombre se ahogó con un rollito y yo le salvé la vida. Lo llevé al hospital. Se
acaba de ir a casa. Tranquila… está bien.
Me eché a reír.
-No le eches la culpa a Paola ni a los chinos… No pasa
nada pero, lo que te tengo que contar es muy largo y ahora voy para casa con
una amiga- dije enviándole una mirada y una sonrisa a Lola- Te llamo cuando
pueda. Dentro de un ratito…
-Ok. Me alegro de que hayas hecho amigos…
-No te vas a alegrar tanto…
-¿Qué…?
-Nada. Hablamos luego. Un beso a ti y otro a Paola. Chao
Aarón.
-Chao Peke. Besos a mamá y a Mauri. Y otro para ti guapa.
-OK.
Y colgué.
-Mi hermano. Aarón. No está aquí, está en Italia
estudiando y allí encontró novia…
-¿Tú hablas Italiano?
-No, sé algunas palabras que dice Paola pero nada más.
Ella si habla español y muy bien…
De pronto ya estábamos en casa.
-Es esta…- dijo Lola en dirección a su casa- Ven cuando
quieras.
- Y tú a la mía. Luego te llamo y vamos juntas al insti.
Así no será tan malo…
-Ojalá y gracias.
Nos dimos otro abrazo y dos besos.
Cada una nos
fuimos en direcciones opuestas.
-Hola- dije al entrar y ver que Mauri y mamá estaban en
el sofá viendo una peli- ¿Qué veis?
-Cerdos salvajes-
contestó Mauri mientras yo me sentaba en el sofá y me quitaba los patines.
-¿La ves con nosotros?- preguntó mi madre amablemente.
-No, no es mi tipo de peli… me voy a mi habitación a ver El Titanic o algo así.
-Como quieras…
-Te he dejado los libros en la mesa de tu escritorio-
dijo mi madre.
-Gracias, mamá
Guardé mis patines en la mochila y la mochila en el
mueble.
Subí las escaleras descalza.
Abrí la puerta de mi habitación.
Mire en mi armario y escogí un pijama con un pantalón verde con rallas de
otros tonos del mismo color, la camiseta era azul con rallas de verde. Me lo
puse y acto seguido me hice una coleta alta.
Busqué mi portátil en mi mesa de escritorio. Era un Acer de color verde con el teclado
blanco y detalles rosas. Me lo había regalado Aarón para poder hablar con él
cuando se fue a Italia.
Aarón, lo tenía que llamar.
Busqué en mi habitación un teléfono inalámbrico. Marqué
su número y me senté en la silla de mi escritorio.
-Ciao bella!- se escuchó al otro lado de la línea.
-Sabía que eras rápido pero no tanto- dije riéndome. Con
él siempre me reía.
-Era el nuevo número de mi hermanita…
-No sabes cuánto te echo de menos.
-Me alegra oír eso. Bueno, también me hace sentir
culpable por no estar ahí contigo. Tiene que ser duro. Lo siento.
-No, tienes que estar con Paola en Italia. Es tu vida y
yo viviré la mía. Tu sitio está en Italia.
-Y también hay un sitio para ti. Recuérdalo siempre. Ven
cuando quieras… hay muchos italianos te
esperarán con los brazos abiertos… aquí no hay muchas morenas como tú…- comenzó
a reírse.
-No me preocupan los italianos. Pero tienen fama de estar
muy bien…
-¿Cómo que no te preocupan los italianos? Huy… ahí hay un
chico, ¿verdad?
-No quiero hablar de ello. Se lo dirías a mamá.
-¿No confías en mí?- parecía ofendido.
-Sí, pero… Es muy pronto…
-¿Cosas de chicas? Te gustaría tener una hermana supongo…
-No quiero tener una hermana, te quiero a ti.
-Y yo a ti. Quiero estar ahí contigo y ayudarte en todo
lo posible…
-Chist. Calla.
-Bueno, ¿me lo vas a contar?
-No lo sé… se llama Dani. Es muy guapo. Tiene el pelo
castaño y los ojos castaños claros… es alto y bastante fuerte…
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, y yo a él… vive al lado de casa…
-¿Cómo sabes si…? Oh… vale, lo pillo. Es uno de esos
pijos.
-No, nada así es… perfecto. Es muy sensible y no se lleva
bien con la gente…
-Un fiki…
-No, es que la gente de aquí es muy rara… enfrente de
casa hay una chica llamada Lola muy maja. Ellos son los únicos normales aquí.
Lola también es nueva.
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, mucho, muchísimo…
-Veo por dónde vas…
-No se lo digas a mamás. Seguimos hablando mañana. No me
apetece hablar más.
-Te entiendo. Pronto iré a verte, te lo prometo.
-Ok. Chao, un beso a Paola.
-Chao. Otro beso a ti y a mamá.
-Y otro ti.
-Nos veremos pronto.
Colgamos ambos. Sonreí ante esa idea. Echaba mucho de
menos a mi hermano. Cuando corté con mi ex me ayudó mucho y ahora lo
necesitaba. A pesar de los 7 años de diferencia nos llevábamos genial, nos lo contábamos todo, no había secretos
entre nosotros…
Me tiré en la cama.
-Menudo día…- mascullé para mí misma.
Me levanté y fui a buscar el ordenador. Lo encendí.
Mientras tanto miré las paredes de mi habitación. Hasta el momento no me había
dado cuenta de que mamá me había puesto los muebles en su sitio y que había
quitado las sábanas para no manchar nada.
El ordenador estaba encendido cuando lo miré. Busqué en
una carpeta que ponía “Mis pelis” la de El
Titanic. Ya la tenía en una carpeta, pues las pelis que me gustaban las
veía muchas veces, casi me la sabía de memoria. Le di a reproducir y me
acomodé.
Y comenzó la canción del principio. Vi los primeros 30
minutos sola. Luego llegó lo que había estado esperando toda la noche.
-Hola. ¿Qué haces?-preguntó esa voz tan familiar mientras
se deslizaba al interior de mi
habitación a través de mi ventana.
-Ver una peli. El
Titanic.
-Viniendo de ti no me sorprende…
Puse el pause
en el reproductor y en ese momento sonó mi móvil. Corrí hacia mis pantalones
dónde, en el bolsillo trasero había guardado el teléfono.
-¿Diga?
-Hola Vero. Soy Lola.
-Hola Lola.
-¿Es buen momento para hablar?- parecía preocupada.
-Sí, claro.
-¿Lo de mañana sigue en pie?
-Por supuesto. Lo siento, tenía que haberte llamado.
-Oh, no te preocupes. Ya has hecho bastante.
-Entonces; ¿mañana a las ocho te paso a buscar por tu
casa?
-Voy yo por la tuya si lo prefieres…
-No, me da igual. Oye, ¿te molestaría que se lo dijese a
Dani?- el aludido me miró sin saber de qué iba la conversación.
-No, claro que no… paso por tu casa a las ocho.
-Vale. Tengo que colgar. Tengo… visita, ya me entiendes…
-Claro- comenzaron a escucharse pequeñas carcajadas al
otro lado de la línea- Te dejo. Un beso. Chao.
-Otro. Chao.
Colgué.
-¿Quién era? ¿Por qué le
hablaste de mi?- Dani comenzó con una ronda de preguntas.
-Era Lola una nueva amiga que
he conocido hace un rato. Vive enfrente…
Le conté toda la historia que
me había pasado con Lola.
-¿Así que me toca ser como Teresa de Calcuta?
-Mira que eres. Le conté todo…
-Vale, prefiero no saber lo
que le contaste pero supongo que sería algo como: “He conocido a un chico
guapísimo y está muy bueno…”- dijo imitando el tono de mi voz muy mal mientras
me cogía de la cintura y me acercaba a él.
-No me imitas bien pero…algo
así he dicho…
Sonrió mientras se acercaba
más a mí.
-Dani…- repliqué.
-Vale, lo pillo. Pronto, ¿no?-
se comenzó a separar de mí.
-Sí. ¡Te he conocido esta
mañana y yo necesito tiempo para conocerte! ¿Cómo se que no eres un salido
hipócrita?
-Algo llamado confianza.
-Mira, no te voy a engañar, me
gustas. Mucho, más de lo que deberías gustarme. Pero, ¡esto es de locos! No
quiero volver a repetir la misma historia una y otra vez. Contigo no…- susurré
mientras me acercaba a él.
-Entiendo- se separó de mí y
se sentó en mi cama-¿Qué quieres saber de mí?
-¿Puedo preguntar lo que
quiera?- dije sentándome a su lado.
-Claro.
-Vale, ¿hermanos?
-Tres. David, Javi y Ali.
-¿Nombres de tus padres?
-Juan y Lurdes.
-¿Color favorito?
-Naranja y azul claro.
-¿Aficiones?
-Leer, bocetos de grafitis,
ver en la tele programas de humor…
-¿Gustos?
-¿Gustos?- preguntó perplejo.
-Sí, chicas, sabores, comida…
-Las chicas con carácter son
mis preferidas, y si son un poquito bordes mejor…- sonrió- físicamente me da un
poco igual; supongo que un poco más bajitas que yo, morenas y con ojos oscuros.
En definición: tú. Sabores… me encantan las cosas dulces, picantes y saladas.
Comida: espaguetis, pizza, fruta (especialmente la manzana) y chocolate ante
todo.
-¿Peli preferida?
-Avatar.
-¿Tipo de música? ¿Canción
preferida?
-R&B. Give me everithing.
-¿Tipo de pelis?
-Thriller.
-¿Tipo de libros?
-Historia.
-Valla… historia…- me había
sorprendido que a un chico como él le apasione la historia- ¿Libro preferido?
-Nunca seré tú héroe de María
Menéndez-Ponte.
Me había vuelto a sorprender…
-¿Deporte preferido?
-Futbol.
-¿Animal favorito?
-Perro.
-¿Te gusta viajar?
-Sí, me encanta ir a Estados
Unidos, sobre todo a Florida.
-¿Viajas mucho?
-Sí, bastante. He ido a USA, Japón,
Italia, Alemania, Francia, Rusia, Marruecos y África.
-¿Eres de estar con la
familia?
-No, soy un solitario.
-¿Te gustan los niños?
-Sí, me encantan.
Me quedé en silencio sopesando
toda esa información.
-¿He pasado el examen, profe?
-Sí, supongo que sí…
Se acercó a mí una vez más.
-No significa que…
-Lo sé…- me miró a los ojos
sin hacer nada.
-¿Quieres preguntar algo?
-No. Ya sé lo que tengo que
saber sobre ti. ¿Y tú, algo más?
-No, pero respecto a esto-
dije señalándonos a ambos- no sé. Quiero decir, me gustas pero no, estoy…
preparada. Con el último chico que he estado me había precipitado y fui muy
rápido… no quiero que pase lo mismo contigo.
-Ok Piénsatelo y tómate tu
tiempo.
Luego desapareció por mi
ventana.
Se escuchó un gran ruido.
Supuse que sería la ventana de su habitación. Me levanté de la cama y me asomé
a la ventana. Así era.
De repente unas nuevas
lágrimas se deslizaron por mis mejillas provocando nuevos sollozos incesables.
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