lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo 6


MENUDO DÍA…

Él, tendido sobre mí no dijo nada en un buen rato. Me dejó sollozar todo el tiempo que lo necesité. Como de las otras veces que me había derrumbado ante él, me sentía muy bien a pesar de estar llorando.
Cuando los sollozos cesaron, él susurró a mi oído.
-Creo que te quiero sin apenas conocerte, no lo necesito. Sé lo que tengo que saber de ti: sé que tú me quieres.
-Querer es una palabra muy fuerte para este caso- dije incorporándome.
-¿No crees en el amor a primera vista?- preguntó enarcando una ceja.
-Sí, creo en él porque lo he vivido. Al principio sientes que es la persona más guapa, hermosa, perfecta, simpática  del mundo, luego que le quieres muchísimo y quieres estar con esa persona para siempre y… luego te das cuenta de que es un cabrón que solo piensa en sí mismo y que le dan igual los demás. Pero, aunque pienses eso, en el fondo le sigues queriendo  porque te has enamorado- dije mientras recordaba el primer día que había visto a Fran.
-Yo siento eso. Quizás es porque yo soy diferente y mi cabeza funciona de un modo paranormal pero, he leído sobre esto y sé lo que siento. Sé que tu eres diferente al resto de las chicas que he conocido y que contigo es mucho, muchísimo más fácil ser yo mismo-tenía un poco de razón, con él no tenía que fingir estar feliz o triste era yo, solo Vero, solo Dani.
Mi cara debía expresar mi duda, ya que preguntó.
-¿Es muy raro?- con una sonrisa perfecta.
-Compruébalo por ti mismo- dije volviéndonos a besar.
También este beso era diferente. Este beso era para conocernos el uno al otro, para sentir.
No fue muy largo pero si muy intenso.
Me incliné hacia delante y, él también. Nuestras frentes chocaron silenciosa y dulcemente.
Nos quedamos así, mirándonos con los ojos llenos de sentimientos de todo tipo. Nada podía estropear ese día, ni siquiera una tempestad pues, yo ya tenía lo mío.
No sé cuantas horas estuvimos así, sin hablar, sin alejarnos el uno del otro.
Sí, no sabía porque pero él tenía razón. No me lo podía creer; yo, la que había dicho “nada de chicos, vive tu vida; no te enamores o sufrirás mucho más”. Esa soy yo, tan rara como incomprensible.  
-¿Chicos, habéis terminado de pintar?- la voz de mi madre irrumpió esa cosa tan mágica que había en la habitación.
-Sí, ahora estábamos hablando de… los profesores- dije separándome un poco de él, me costó más de lo que creía.
-Muy bien. ¿Te quedas a cenar?- dijo mirando a Dani.
Yo también lo miré con ojos expectantes.
-Gracias por la invitación pero creo que hoy tenemos visita en casa…
-Oh, no te preocupes. Puedes venir a comer o cenar cuando quieras. Se me está ocurriendo una idea genial, mañana podríais venir tus padres y tú a cenar.
-Claro. Se lo diré.
-Ya hablaré mañana con tu madre…
Dani sonrió.
-Bueno, debería irme ya. Los invitados no tardarán mucho y me tengo que cambiar y darme una ducha…- dijo levantándose y mirándose la ropa.
-Os quedado genial la habitación chicos- dijo mi madre observando la obra de arte- voy a hacer la cena…
Salió de mi habitación.
-Tu madre es muy maja y guapa…- dijo Dani sonriendo.
- No me preocupa la competencia…- dije acercándome y mirándolo a los ojos.
-¿Sabes quién viene a cenar a mi casa?
-No…
-Una chica muy guapa y lista…
-Como te he dicho, no me preocupa la competencia. Juego con cierta ventaja…- en ese momento me precipité sobre sus labios.
También ese beso era diferente: era un beso de despedida.
-Chao.
-Chao.
Ambos nos despedimos aun sabiendo que ese día nos volveríamos  a ver.
Los dos salimos por la puerta de mi habitación.
-Adiós- dijo Dani al salir por la puerta a mi madre.
-Chao- dije yo mirándolo de nuevo a los ojos.
-Hasta mañana- dijo guiñándome un ojo.
Le cerré la puerta en las narices. Se escucho una pequeña risilla al otro lado de la puerta.
Subí a mi habitación. Cerré la puerta de golpe pero con cuidado.
Puse música. Gland you came de the wanted.
Genial. Un día genial. Absolutamente genial. Nada lo podía estropear. Salvo… pensar en lo ocurrido…
Era raro, muy raro… en un día, un solo día… todo eso… en un día.
Era difícil de creer pero ahí estaba la “magia” o como se quiera llamar.
Era inexplicable.
Sin darme cuenta estaba sonriendo delante del espejo… tenía ese brillo en los ojos tan especial.
Ese chico era especial. Mucho, muchísimo. Y me gustaba… más de lo que debería.
Él era... diferente (raro no, especial), guapo, inteligente, alto…perfecto.
Me lancé hacia mi cama todavía recubierta por sábanas viejas.
Tenía ganas de gritar.
Tenía una idea. Me ayudaría.
Me cambié la ropa manchada de pintura verde por unas mallas negras y una camiseta floja roja. Me puse unos tenis blancos fáciles de calzar.
Paré la música y bajé rápidamente las escaleras parándome en un mueble del pasillo dónde, en una mochila estaban mis patines.
-Mamá me voy a patinar. No volveré tarde- salí por la puerta sin esperar su respuesta.
Había una pista de skate no muy lejos de allí, con los patines en cinco minutos estaría allí.
Me senté en el suelo, me descalcé y metí los tenis en la mochila. Me puse los patines y me fui corriendo a toda velocidad.
Estuve patinando durante varios minutos sin pensar en nada. Solo en el viento que rozaba mi cara dulcemente.
Tenía esa cualidad, la de poder poner la mente en blanco cuando lo deseara. Era muy efectivo a la hora de estudiar y en los exámenes.
Llegué a la pista. Había unos cuantos skaters. Puse la mochila en el suelo y me fui a la pista.
Al llegar me di cuenta de que un grupo de chicos que tenían música puesta miraban en mi dirección. Uno de ellos se acercaba… genial, pensé, ahora me vienen a tocar las narices.
No le hice caso y fui hacia la pista.
Hice un par de piruetas en la U que me había enseñado un amigo skater. Eso me recordó a casa, a mis amigos: Stela, Javi, Antonio, Maite, Raquel, Judith, Nines, Coque, Kike (el skater), Tere, Germán, Maxi…
Demasiados recuerdos, demasiados nombres, demasiadas personas que no estaban…
Volví a repetir los saltos con más concentración que nunca.
Me cansé de la U al cabo de un rato y me apetecía correr. Salí de allí corriendo a por la mochila y me fui a una pista lisa.
Allí había una chica sentada sobre un banco. Parecía triste.
Tenía el pelo negro recogido en una coleta un poco desecha de la que sobresalían unos mechones de pelo ondulado. Era delgada y más o menos de mi estatura.
Me acerqué a ella.
De cerca se podía ver que era de tez blanquecina y tenía los ojos azules grisáceos. Era muy guapa.
-Hola-dijo sentándome a su lado.
-Hola- dijo con voz apenada- Patinas muy bien.
-Gracias. Oye, ¿estás bien?
-Es que… soy nueva aquí, debería haber empezado el instituto hoy pero, no pude…- se le fue apagando la voz.
-¿En serio? Yo también soy nueva. Empecé hoy el instituto… Soy Vero.
-Yo Lola- dijo un poco más animada- no Dolores ni María Dolores, Lo-la. Solo Lola.
-Vale Lola… sé que es difícil, mucho pero… hay que empezar de una vez…
-Ya, para ti es fácil decirlo. Yo he empezado en muchos sitios…
-¿Viajas mucho?
-Si de centro en centro. Pero ahora me han “adoptado”- pronunció la palabra entre dientes.
No parecía una chica mala ni nada por el estilo. ¿A qué centro se referiría? No pregunté aunque me mataba la curiosidad…
-Soy huérfana. Mis padres…
-No me lo tienes que contar si no quieres…- la corté.
-No, necesito contarlo- me dedico una pequeña sonrisa- mis padres eran jóvenes cuando me tuvieron y me dieron adopción. Las personas que me adoptaron al poco tiempo se cansaron de mí y me llevaron al orfanato. Y llevo cambiando de orfanato cada año… hasta que Julia y Roberto  me adoptaron…
-Lo siento…
-No pasa nada me has ayudado a soltarlo… ¿a ti que te pasa? En la pista parecía que quisieses olvidar algo… o alguien…
-Sí, es difícil…
Le conté lo que me había pasado ese día. Todo: lo de Dani, lo del instituto…
-Vaya… tu vida parece un culebrón o más bien una telenovela…
Nos reímos las dos.
-Me alegra haberte hecho reír con mis miserias…
-Gracias.
Me dio un abrazo y dos besos.
-Por lo menos una chica normal. Me empezaba a preocupar ese tema- sí, era un alivio tener una amiga.
-¿Por? ¿Las chicas son muy raras?
-Define raras…- ambas nos reímos- sí, bastante. Son muy pijas.
-Me llevaré genial con ellas…- dijo con tono sarcástico- por lo menos estás tú. Espera que te dé mi número.
-Claro- saqué mi móvil del bolsillo de mi mochila- dicta.
-697677…- fui apuntando el número.
-Vale, te doy un toque para que tengas el número.
La llamé y comenzó a sonar Deja bu de Irina.
-Ok. Es tarde, me tengo que ir a casa.
-Sí, yo también… ¿Por dónde vives?
-Creo que en la calle Zaragoza… número 14.
-¿En serio? Mi casa es la número 13…
-Genial.
-Vamos juntas…
Ambas nos levantamos a la vez. El chico alto al que antes había ignorado se volvía a acercar.
-¿Qué hacen unas chicas tan guapas solas a estas horas?- preguntó con un tono de voz que no me gustaba.
Él tampoco me gustaba tenía pinta de ser peligroso y dar problemas. Era bastante más alto que Lola y que mí. Era guapito y su ajustada camiseta blanca de tirantes dejaba ver unos ejercitados abdominales. También vestía unos vaqueros claros gastados y muy bajos con unos tenis anchos.
-Vámonos- me di la vuelta mientras agarraba por el brazo a Lola para que me siguiese.
-Vero, espera. A este chico le debo una disculpa- me quedé sorprendida- Siento lo de antes, solo querías ser amable…
Se dio la vuelta y las dos nos fuimos mientras el chico atónito volvía con su pandilla.
En ese momento la canción de Taio Cruz, Break your heart  comenzaba a sonar en el interior de mi mochila.
-Mi móvil- dije mientras me giraba para cogerlo de mi mochila. Era Aarón. Mi hermano mayor.
-Hola. ¿A qué se debe la demora de su llamada? Me dijiste que me llamarías a eso de las cinco…
-Era Paola que le dio por ir a comer a un chino. Un hombre se ahogó con un rollito y yo le salvé la vida. Lo llevé al hospital. Se acaba de ir a casa. Tranquila… está bien.
Me eché a reír.
-No le eches la culpa a Paola ni a los chinos… No pasa nada pero, lo que te tengo que contar es muy largo y ahora voy para casa con una amiga- dije enviándole una mirada y una sonrisa a Lola- Te llamo cuando pueda. Dentro de un ratito…
-Ok. Me alegro de que hayas hecho amigos…
-No te vas a alegrar tanto…
-¿Qué…?
-Nada. Hablamos luego. Un beso a ti y otro a Paola. Chao Aarón.
-Chao Peke. Besos a mamá y a Mauri. Y otro para ti guapa.
-OK.
Y colgué.
-Mi hermano. Aarón. No está aquí, está en Italia estudiando y allí encontró novia…
-¿Tú hablas Italiano?
-No, sé algunas palabras que dice Paola pero nada más. Ella si habla español y muy bien…
De pronto ya estábamos en casa.
-Es esta…- dijo Lola en dirección a su casa- Ven cuando quieras.
- Y tú a la mía. Luego te llamo y vamos juntas al insti. Así no será tan malo…
-Ojalá y gracias.
Nos dimos otro abrazo y dos besos.
Cada una nos  fuimos en direcciones opuestas.
-Hola- dije al entrar y ver que Mauri y mamá estaban en el sofá viendo una peli- ¿Qué veis?
-Cerdos salvajes- contestó Mauri mientras yo me sentaba en el sofá y me quitaba los patines.
-¿La ves con nosotros?- preguntó mi madre amablemente.
-No, no es mi tipo de peli… me voy a mi habitación a ver El Titanic o algo así.
-Como quieras…
-Te he dejado los libros en la mesa de tu escritorio- dijo mi madre.
-Gracias, mamá
Guardé mis patines en la mochila y la mochila en el mueble.
Subí las escaleras descalza.
Abrí la puerta de mi habitación.
Mire en mi armario y escogí  un pijama con un pantalón verde con rallas de otros tonos del mismo color, la camiseta era azul con rallas de verde. Me lo puse y acto seguido me hice una coleta alta.
Busqué mi portátil en mi mesa de escritorio. Era un Acer de color verde con el teclado blanco y detalles rosas. Me lo había regalado Aarón para poder hablar con él cuando se fue a Italia.
Aarón, lo tenía que llamar.
Busqué en mi habitación un teléfono inalámbrico. Marqué su número y me senté en la silla de mi escritorio.
-Ciao bella!- se escuchó al otro lado de la línea.
-Sabía que eras rápido pero no tanto- dije riéndome. Con él siempre me reía.
-Era el nuevo número de mi hermanita…
-No sabes cuánto te echo de menos.
-Me alegra oír eso. Bueno, también me hace sentir culpable por no estar ahí contigo. Tiene que ser duro. Lo siento.
-No, tienes que estar con Paola en Italia. Es tu vida y yo viviré la mía. Tu sitio está en Italia.
-Y también hay un sitio para ti. Recuérdalo siempre. Ven cuando quieras… hay  muchos italianos te esperarán con los brazos abiertos… aquí no hay muchas morenas como tú…- comenzó a reírse.
-No me preocupan los italianos. Pero tienen fama de estar muy bien…
-¿Cómo que no te preocupan los italianos? Huy… ahí hay un chico, ¿verdad?
-No quiero hablar de ello. Se lo dirías a mamá.
-¿No confías en mí?- parecía ofendido.
-Sí, pero… Es muy pronto…
-¿Cosas de chicas? Te gustaría tener una hermana supongo…
-No quiero tener una hermana, te quiero a ti.
-Y yo a ti. Quiero estar ahí contigo y ayudarte en todo lo posible…
-Chist. Calla.
-Bueno, ¿me lo vas a contar?
-No lo sé… se llama Dani. Es muy guapo. Tiene el pelo castaño y los ojos castaños claros… es alto y bastante fuerte…
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, y yo a él… vive al lado de casa…
-¿Cómo sabes si…? Oh… vale, lo pillo. Es uno de esos pijos.
-No, nada así es… perfecto. Es muy sensible y no se lleva bien con la gente…
-Un fiki…
-No, es que la gente de aquí es muy rara… enfrente de casa hay una chica llamada Lola muy maja. Ellos son los únicos normales aquí. Lola también es nueva.
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, mucho, muchísimo… 
-Veo por dónde vas…
-No se lo digas a mamás. Seguimos hablando mañana. No me apetece hablar más.
-Te entiendo. Pronto iré a verte, te lo prometo.
-Ok. Chao, un beso a Paola.
-Chao. Otro beso a ti y a mamá.
-Y otro ti.
-Nos veremos pronto.
Colgamos ambos. Sonreí ante esa idea. Echaba mucho de menos a mi hermano. Cuando corté con mi ex me ayudó mucho y ahora lo necesitaba. A pesar de los 7 años de diferencia nos llevábamos genial,  nos lo contábamos todo, no había secretos entre nosotros…
Me tiré en la cama.
-Menudo día…- mascullé para mí misma.
Me levanté y fui a buscar el ordenador. Lo encendí. Mientras tanto miré las paredes de mi habitación. Hasta el momento no me había dado cuenta de que mamá me había puesto los muebles en su sitio y que había quitado las sábanas para no manchar nada.
El ordenador estaba encendido cuando lo miré. Busqué en una carpeta que ponía “Mis pelis” la de El Titanic. Ya la tenía en una carpeta, pues las pelis que me gustaban las veía muchas veces, casi me la sabía de memoria. Le di a reproducir y me acomodé.
Y comenzó la canción del principio. Vi los primeros 30 minutos sola. Luego llegó lo que había estado esperando toda la noche.
-Hola. ¿Qué haces?-preguntó esa voz tan familiar mientras se deslizaba  al interior de mi habitación a través de mi ventana.
-Ver una peli. El Titanic.
-Viniendo de ti no me sorprende…
Puse el pause en el reproductor y en ese momento sonó mi móvil. Corrí hacia mis pantalones dónde, en el bolsillo trasero había guardado el teléfono.
-¿Diga?
-Hola Vero. Soy Lola.
-Hola Lola.
-¿Es buen momento para hablar?- parecía preocupada.
-Sí, claro.
-¿Lo de mañana sigue en pie?
-Por supuesto. Lo siento, tenía que haberte llamado.
-Oh, no te preocupes. Ya has hecho bastante.
-Entonces; ¿mañana a las ocho te paso a buscar por tu casa?
-Voy yo por la tuya si lo prefieres…
-No, me da igual. Oye, ¿te molestaría que se lo dijese a Dani?- el aludido me miró sin saber de qué iba la conversación.
-No, claro que no… paso por tu casa a las ocho.
-Vale. Tengo que colgar. Tengo… visita, ya me entiendes…
-Claro- comenzaron a escucharse pequeñas carcajadas al otro lado de la línea- Te dejo. Un beso. Chao.
-Otro. Chao.
Colgué.
-¿Quién era? ¿Por qué le hablaste de mi?- Dani comenzó con una ronda de preguntas.
-Era Lola una nueva amiga que he conocido hace un rato. Vive enfrente…
Le conté toda la historia que me había pasado con Lola.
-¿Así que me toca ser como Teresa de Calcuta?
-Mira que eres. Le conté todo…
-Vale, prefiero no saber lo que le contaste pero supongo que sería algo como: “He conocido a un chico guapísimo y está muy bueno…”- dijo imitando el tono de mi voz muy mal mientras me cogía de la cintura y me acercaba a él.
-No me imitas bien pero…algo así he dicho…
Sonrió mientras se acercaba más a mí.
-Dani…- repliqué.
-Vale, lo pillo. Pronto, ¿no?- se comenzó a separar de mí.
-Sí. ¡Te he conocido esta mañana y yo necesito tiempo para conocerte! ¿Cómo se que no eres un salido hipócrita?
-Algo llamado confianza.
-Mira, no te voy a engañar, me gustas. Mucho, más de lo que deberías gustarme. Pero, ¡esto es de locos! No quiero volver a repetir la misma historia una y otra vez. Contigo no…- susurré mientras me acercaba a él.
-Entiendo- se separó de mí y se sentó en mi cama-¿Qué quieres saber de mí?
-¿Puedo preguntar lo que quiera?- dije sentándome a su lado.
-Claro.
-Vale, ¿hermanos?
-Tres. David, Javi y Ali.
-¿Nombres de tus padres?
-Juan y Lurdes.
-¿Color favorito?
-Naranja y azul claro.
-¿Aficiones?
-Leer, bocetos de grafitis, ver en la tele programas de humor…
-¿Gustos?
-¿Gustos?- preguntó perplejo.
-Sí, chicas, sabores, comida…
-Las chicas con carácter son mis preferidas, y si son un poquito bordes mejor…- sonrió- físicamente me da un poco igual; supongo que un poco más bajitas que yo, morenas y con ojos oscuros. En definición: tú. Sabores… me encantan las cosas dulces, picantes y saladas. Comida: espaguetis, pizza, fruta (especialmente la manzana) y chocolate ante todo.
-¿Peli preferida?
-Avatar.
-¿Tipo de música? ¿Canción preferida?
-R&B. Give me everithing.
-¿Tipo de pelis?
-Thriller.
-¿Tipo de libros?
-Historia.
-Valla… historia…- me había sorprendido que a un chico como él le apasione la historia- ¿Libro preferido?
-Nunca seré tú héroe de María Menéndez-Ponte.
Me había vuelto a sorprender…
-¿Deporte preferido?
-Futbol.
-¿Animal favorito?
-Perro.
-¿Te gusta viajar?
-Sí, me encanta ir a Estados Unidos, sobre todo a Florida.
-¿Viajas mucho?
-Sí, bastante. He ido a USA, Japón, Italia, Alemania, Francia, Rusia, Marruecos y África.
-¿Eres de estar con la familia?
-No, soy un solitario.
-¿Te gustan los niños?
-Sí, me encantan.
Me quedé en silencio sopesando toda esa información.
-¿He pasado el examen, profe?
-Sí, supongo que sí…
Se acercó a mí una vez más.
-No significa que…
-Lo sé…- me miró a los ojos sin hacer nada.
-¿Quieres preguntar algo?
-No. Ya sé lo que tengo que saber sobre ti. ¿Y tú, algo más?
-No, pero respecto a esto- dije señalándonos a ambos- no sé. Quiero decir, me gustas pero no, estoy… preparada. Con el último chico que he estado me había precipitado y fui muy rápido… no quiero que pase lo mismo contigo.
-Ok Piénsatelo y tómate tu tiempo.
Luego desapareció por mi ventana.
Se escuchó un gran ruido. Supuse que sería la ventana de su habitación. Me levanté de la cama y me asomé a la ventana. Así era.
De repente unas nuevas lágrimas se deslizaron por mis mejillas provocando nuevos sollozos incesables.

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