Textos

                                 La mayoría de las personas tienen miedos y al largo de su vida intentan vencerlos poco a poco. Lo que ellos no saben es que, alguien sin miedos es alguien que no tiene metas que superar; por lo tanto, mi teoría es que, nuestros temores son proporcionales a nuestra felicidad; si no me creéis, fijaos en vuestra infancia, la etapa más feliz de la vida, y, no es porque los niños no tengan miedo, es que los afrontan día a día, al tiempo que descubren otros nuevos; llegado el momento pueden dormir con la luz apagada o asomarse a debajo de su cama para ver que no hay nada; esos momentos son especiales para ellos, se sienten bien sabiendo que no deben temer a nada, pero, pronto descubren que los temores no son en lo que ves, si no, en los que no eres capaz de ver, los que están dentro de ti mismo y algunas veces hacen que duela más que la mayor de las torturas.
Pero como todo, pasa y pronto tocarán otro tipo de miedos.


                                 Si nos paramos a pensar un solo segundo, nos podemos dar cuenta de que toda nuestra vida gira entorno a preguntas que parpadean para poder ser visibles solo en algunos momentos de nuestras vidas, haciendo que las otras desaparezcan temporalmente. En los próximos años, esas preguntas irán careciendo de importancia; hace unos años nos importaban cosas que ahora ignoramos, y ahora ni nos planteamos cosas que más adelante nos harán pasar noches sin dormir.
Después de ese mísero segundo cerramos los ojos y nos imaginamos un muro lleno de pequeñas luces que forman palabras, palabras que se convierten en frases con nuestros mayores temores.
Abrimos los ojos de golpe asustados y vemos que todo lo que nos rodea está bañado por la luz y que hay pocos rincones que se queden a oscuras, nos asombramos porque las luces que antes temíamos, ahora nos ayuda a ver con claridad lo que queremos y a quienes queremos.


                                  Yo, a estas alturas de mi vida me pregunto una cosa, ¿vale algo la pena? Sí, has leído bien, y es que, dentro de unos años, todos seremos recuerdos de otras personas, les costará recordar nuestros nombres, y quizás a esas personas nosotros les hemos ayudado más de lo que nadie cree. ¿Algún día obtendremos recompensa? La recompensa, según mi modo de ver las cosas, es poder irse a dormir tranquilo, pensando que lo has hecho bien, que eres una buena persona; la recompensa es con nosotros mismos. Lección: no hagáis nada para obtener algo a cambio, ni siquiera que algún día recuerden vuestros nombres. Y vuelvo a preguntar, ¿vale algo la pena? Para mi, en estos momentos, vale la pena mi imaginación, que es lo que me está sacando a flote de nuevo; mi modo de ver las cosas quizás no sea el mejor, pero, si algo tengo claro, es que pase lo que pase, siempre hay algo que vale la pena.


                                    Si por una vez fuese sincera conmigo misma y con todos vosotros, diría que estoy cansada de esta sociedad hipócrita que solo sabe sacar lo malo de las personas, lamentaría todas y cada una de las chicas que se suicidan al año por no ser como todos quieren que sean, lloraría por todos esos chicos que llegan a casa con moratones en el cuerpo por no ser "hombres" y no defenderse mediante la violencia. Si por una vez fuese capaz de afrontar la realidad, pediría perdón por todos esos comentarios que han podido ofender a alguien, daría mil pasos atrás para repetir los momentos felices, y daría al botón de avance cuando los malos llegaran. Si por una vez fuese escritora de las buenas, de las que tienen despacho, tarjetas con su número y una bonita casa de vallas blancas, os pediría a todos vosotros que nunca dejaseis escapar la más mínima oportunidad de ser felices. Si por una vez, si tan solo por una vez, me sentara frente a un ordenador y pudiese decir todo lo que realmente pienso, sería la persona más feliz de este asqueroso, vil, ruin y patético mundo.

                                   Dicen que cuando te planteas una cuestión importante sobre ti mismo, tu vida pasa por delante de tus ojos, en mi opinión, es todo mentira. Es como eso de que se dice que ves "el túnel" cuando estás al borde la muerte; ¿acaso alguien ha vuelto para afirmarlo? Siempre es lo mismo: vivimos unidos a unos prototipos de todo que nadie logra sacarnos de la cabeza. Si os dais cuenta, nos pasamos unos 80 años pensando en el momento en el que dejemos todo esto, y, ¿para qué? Serán segundos, minutos o quizás horas, pero, si nos pasamos esos años buscando una explicación, en su momento perderá la emoción. Puede sonar como una mofa, lo sé, pero, ¿acaso no es cierto? Si perdemos la emoción por conocer cosas nuevas y experimentar, queridos amigos, lo perdemos todo. Dejemos de comernos el coco, abramos nuestra mente a la gran inmensidad que nos rodea y liberemos de las cargas que nos hacen sentir mal. Ya tendremos tiempo mientras agonizamos de preocuparnos.


                                    Hay algo muy simple, lo más sencillo que nos podremos encontrar en toda nuestra vida. Como no estoy hablando de la pasión y dedicación que se pone en todo aquello que queremos o que nos gusta. Cerrar los ojos, escuchar el sonido de una armonía perfecta, notar que las teclas se deslizan bajo unos dedos que saben bien que escriben, que el cerebro desconecte durante un par de minutos, leer cada letra que se forma en una página en blanco. Eso es una de las mejores cosas que existen. Pero no solo termina ahí, hay una sensación aún mejor. "La sensación de después" notar que tus manos están cansadas de realizar muchas veces el mismo movimiento, esa adrenalina que recorre cada parte de tu cuerpo al saber que has creado algo, algo quizás insignificante, pero que te hace sentir la persona más grande del mundo, decir en alto cada palabra que escribes, como un susurro, algo que sea lo suficientemente íntimo como para que nadie más lo sepa, sentir pena por las personas que no pueden hacerlo, sentirse mal por no poder enseñar algo que tú aún no has terminado de aprender; pero, sin duda, lo mejor de todo es la sensación de alivio que se siente al dejar tu cabeza vacía de todo pensamiento, que por un solo segundo has notado que tus pies se han elevado unos cuantos centímetros del suelo, o que estabas tan concentrada que ni siquiera lo notabas bajo tus pies. Lo malo es que hasta la más bonita de las canciones se termina, y no siempre hay una hoja en blanco que llenar, si no que hay que completar una a medio hacer.            

1 comentario: