jueves, 23 de febrero de 2012

Capítulo 7


EN EL PEOR DE LOS CASOS… ES OTRO DÍA

No sé cuánto tiempo estuve sollozando hasta que me quedé dormida.
Solo tenía un vago recuerdo de la noche anterior: cuándo me asomé por la ventana vinieron todos los recuerdos de los que había querido escapar en la pista de patinaje; las caras de todos mis amigos, mi antigua casa… todo.
-Vero. Baja a desayunar-se escuchó a mi madre decir desde abajo.
 -Sí, voy.
Me levanté de la cama y busqué en mi armario.
Elegí un pantalón gris claro pitillo y una camiseta azul con dibujos en color rosa. Me puse unos de esos tenis anchos blancos.
No me apetecía preocuparme peinándome y me hice una coleta.
Bajé las escaleras y desayuné rápidamente.
El timbre sonó y fui a abrir.
-Hola. ¿Vamos?
-Sí…. Un minuto ayer se me olvidó guardar los libros en la mochila. Ven-dije tirando de ella.
-Hola- dijo mientras corríamos escaleras arriba.
-Hola Lola- dijo mi madre para mi sorpresa.
-¿Os conocéis?
-Sí, nos conocimos ayer en mi casa.
-Ah- continué tirando de ella.
-Bonita habitación- dijo al traspasar el umbral de mi habitación.
-Gracias.
-Bien; hoy toca Francés, Sociales…- fui metiendo cada libro en la mochila hasta terminar con las cinco clases que tenía hoy.
Mientras tanto Lola miraba la habitación.
-¿Vamos?- pregunte después de meter en móvil en el bolsillo del pantalón.
-Claro… ¿no avisas a Daniel?
Mire hacia su habitación desde la cama.
-Dani, estás ahí, lo sé. Te esperamos abajo… no te enfades por lo de ayer.
 Le dediqué otra mirada con cierta melancolía a la ventana que, hacía veinticuatro horas ni siquiera sabía que existía.
Me encaramé hacia la puerta de mi habitación con Lola detrás.
Bajamos las escaleras bastante rápido.
-Mamá, nos vamos- dije al pasar por su lado, dándole un apresurado beso en la mejilla- Chao Mauri.
-Adiós- dijo Lola.
-Chao chicas- dijo Mauri mientras se peleaba con la tostadora intentando preparar el desayuno.
-Adiós niñas- dijo mi madre devolviéndome el beso.
-Mauri, definitivamente, repeles la tecnología…- dije riéndome cuando pasaba por su lado dándole un pequeño golpecito en el brazo.
A continuación nos fuimos.
-Chicas, ¡llevo como media hora esperando!- para mi sorpresa era él y al verle fue lo más extraño que me pasó en toda mi vida. Sentí esas famosas mariposas en mi estómago. Era… inexplicable…
No fui capaz de articular palabra. Fue él el que habló.
-Tú eres Lola ¿no? Me dijo mi madre que te había visto ayer en tu casa…
-Sí, y tu Daniel…
-Dani.
-Vale, Dani.
Cuándo reaccioné estábamos a su lado.
Hoy lo veía con ojos diferentes. No era él o, quizás no era yo; pero, hoy sus palabras del día anterior tenían sentido porque, ¿cómo explicaba que sintiese eso por una persona que había conocido el día anterior?
-Hola-  me dijo con una sonrisa iluminándole su rostro de ángel.
-Hola.
Anduvimos hasta el instituto sin nada digno de mención. Lola y Dani habían hecho muy buenas migas y fueron charlando todo el camino y yo, pensando en esa cosa extraña que había en mi estómago que me hacía sentir la persona más especial del universo… sabía la palabra exacta pero de solo pensarlo me daba repelús… amor... un flechazo de esos que solo pasan en las pelis que solía ver mi padre (esas de vaqueros contra indios dónde el vaquero guapo se llevaba siempre la chica guapa) pero, en ese caso siempre hay un final feliz.
Pero yo, aunque soy muy soñadora, siempre me gusta volver a la tierra; y esa era la única verdad.
Durante años había creído solo en lo que veía, olía, tocaba y escuchaba. Hasta que con once años prematuramente me enamoré locamente del chico más guapo del mundo y es que, aunque en ese momento era el mejor amigo que tenía en Galicia y lo quería muchísimo, era uno de los chicos más guapos que había conocido hasta la fecha de hoy… contando a Fran y Dani, por supuesto.
Dani… él otra vez en mi cabeza y es que, era imposible quitármelo e la cabeza.
Cuando volví a la realidad ya estábamos en el instituto.
-A primera toca Francés- dijo Dani mientras Lola se dirigía a hablar con Gerónimo, el conserje delgaducho.
-Genial… se me da fatal- dije con un suspiro.
-Tranqui, luego toca Sociales- repuso con esa sonrisa de suficiencia.
Yo, por primera vez desde que lo conocía no pude sonreír.
La sonrisa de suficiencia también desapareció de su rostro dejando paso a la duda.
-¿Qué…?- comenzó a decir cuando vio algo extraño en mis ojos sinceros.
-Chicos. Buenas noticias. ¡Voy en vuestra clase!- Lola venía llena de entusiasmo.
-Genial- dije abrazándola bajo la mirada atenta de Dani.
Cuando Lola se dio la vuelta para ir a clase bajo las indicaciones de Dani, yo le hice un gesto moviendo la cabeza a ambos lados dando su pregunta de antes anulada.
Por el momento se calló. Teníamos que hablar pero primero yo tenía que pensar y mucho…
La clase de Francés y Sociales pasaron rápido mientras yo pensaba como solucionar las cosas de mi nueva vida…
No lo tenía muy claro pero, ¿por qué no?
Había mucho que perder pero más que ganar. No pude evitar que las mariposas de mi estómago se volviesen locas del entusiasmo.
Miré a Dani. Si que era guapo, muy guapo. Estaba hablando con Lola de de no sé qué de unos partidos de futbol con Lola mientras caminábamos hacia la biblioteca.
Cuando  me di cuenta estaba sonriendo ante esa posibilidad.
Podría ser…
Dani me miró y también me sonrió. Mis mariposas intestinales se volvieron más locas aún mientras yo le sonreía de nuevo.
La  sensación de estar enamorada me recordaba a cuándo de pequeña llegaba a casa del colegio empapada, me ponía la ropa seca y comía la comida caliente. Y no es que se pareciesen las situaciones, es solo que es esa sensación de paz y tranquilidad que solo tienes en casa. Otra sensación parecida es cuando en invierno te cae el chorro de agua caliente por encima. El chorro te abrasa pero, es tan reconfortante que da igual lo coloradas que tengas las piernas. Lo mismo con el amor, cuando le miras a escondidas y él te pilla te mira con esa sonrisa tan perfecta suya y te sientes invencible; pero, a la vez cuando te ignora porque sabe que le estás mirando te sientes la persona más patética del mundo y quieres que ese sentimiento desaparezca ya; igual que cuando te cansas del frío y quieres que llegue el verano para poder sentir el sol sobre tu piel. Lo malo de verdad es cuando todo desaparece y sientes otra vez ese mismo vacío en el interior; al principio valen los recuerdos de los buenos tiempos, pero luego pones los pies en la tierra y te das cuenta de todo lo que dejaste escapar sin apenas darte cuenta; eso es lo realmente duro del amor, darte cuenta de que estas sola.
Entramos en una gran aula de color azul claro. Las estanterías estaban de libros de todos los tamaños, aunque era una biblioteca  era impresionante.
Nos sentamos en una mesa cercana a una gran ventana.
Mientras Dani y Lola hablaban de ese partido tan interesante yo me levanté y busqué algunos libros que hacía tiempo que quería leer.
No los encontré todos, pero si algunos y otros muchos con  títulos muy interesantes.
Normalmente que gustaban las historias de amor o los de poesía, pero en ese momento necesitaba algo más fuerte; es que yo elegía los libros según mi estado de ánimo.
Me decidí por un libro que ya había leído hacía un tiempo, cuando vivía en Galicia. Era uno de los libros más bonitos que había leído jamás.  Perdona si te llamo amor de Federico Moccia. Era uno de mis escritores preferidos de novelas románticas y ese libro era maravilloso. Me senté en una mesa cercana a  donde estaban Lola y Dani, que seguían inmersos en su conversación. Fui a coger de mi mochila mi móvil y unos cascos para escuchar música mientras leía. Seleccioné en el reproductor  la canción de Leona Lewis Better in time, no había cosa que más me gustase cuando estaba en Galicia que sentarme en mi cama con la espalda apoyada en la pared, al lado de la ventana y ponerme a leer con los cascos puestos un día de lluvia; era lo mejor del mundo. Sí, mi casa era lo mejor el mundo… era…
Intenté quitarme esas ideas de la cabeza y abrí el libro. Comencé a leer.
Pero pronto me puse a pensar.
Lo bueno que tienen los libros es que te sumerges en su interior y es un poco difícil salir de ellos cuando realmente te gusta uno. A mí me encanta leer y sobretodo imaginarme que eso me está pasando a mí, que yo sea la protagonista; yo, solamente yo. La parte que no me gusta de los libros es pensar que mi vida puede ser uno y que todo pasa por algo y que todo está escrito; eso es lo peor que puedes llegar a creer jamás, que tu vida sea un libro. Pero en el fondo es así, unos libros más largos que otros, unos de amor, otros de miedo, otros de aventuras y lo más importante, todos tienen un final; unos bonitos, otros tristes y otros injustos. Sí, la vida es un libro y, quizás todos pertenezcan a la misma colección pues, todos estamos conectados por pequeños fragmentos sin apenas importancia ni sentido; amigos de amigos, primos en común, antepasados… Quién sabe lo que vamos a vivir, nadie, esa es la única y exclusiva respuesta a estas cuestiones sin sentido.
Comenzó la canción de Fran Perea  La Vida Al Revés.
Volvió a mí un recuerdo de cuando mi hermano vivía en casa, antes de irse a Italia.
Estábamos en mi habitación, sentados encima de mi cama contándonos nuestras cosas como siempre; sí,  mi era mi mejor amigo, se lo contaba todo y el, a mi; ese  fue el día en el que me contó que  había conocido a Paola en un foro de libros.
-No te lo vas a creer pero, he conocido a una chica italiana en un foro, la página de Canciones Para Paula…si, ya sé que es raro…e irónico.
-¿Qué…?- me había sorprendido mucho, y no lo podía ocultar.
-Sí, estoy loco. Pero Paola en diferente a todas las chicas que he conocido…
-Aarón se ha enamorado…
-Quizás…
-Conozco esa sonrisa…-dije con tono irónico (eso era lo que él me había dicho cuando le había contado lo de Fran)- ¿Cómo es?
-Perfecta. Es muy lista, muy guapa y muy graciosa…
-Me alegro por ti. No creía que te recuperaras de lo de Sara…
-Hasta hace tres meses…
-¿Tres? ¿Por qué no me lo habías dicho?
-No sé… no me lo creía hasta ayer. Ayer al ver que no se conectaba me di cuenta que la quería.
-Oh- apoyé  la cabeza en sus piernas.
-Te quiero.
-Y yo.

En ese instante me di cuenta que tenía las mejillas mojadas y los ojos húmedos. Sonreí, le echaba mucho de menos. Me limpié la cara con la manga de mi chaqueta.
-Vero, ¿estás bien?- me preguntó Dani quitándome un casco del oído.
-Sí- respondí con una sonrisa- es por mi hermano. Acaba de escuchar nuestra canción y me acordé de él… ¿Y Lola?- pregunté mirando a nuestro alrededor.
-Ha ido a la cafetería…
-Ah.
-¿Qué estabas pensando antes?
-¿Antes?
-Sí, en clase… tenías una cara muy rara…
-Mi madre dice que tengo una cara de pensar un tanto extraña…
-Sí, no miras a ningún sitio en concreto, un poco en todas partes y mucho a nada…. ¿Qué pensabas?
-En ti- no quería mentirle.
-¿En mi? No soy tan interesante…
-Créeme si lo eres…
-Vale, como quieras… dímelo.
-En ti, en mi…
-En nosotros…
-Exacto…
-Has pensado en todo…
-Sí, pero sigo pensando en lo mismo…
-Ah, vale- se había decepcionado.
-Sí… he pensado que…
-¡Hola chicos!- Lola acababa de entrar.
-Hablamos luego…-dijo Dani.
-Ok.
-¿Queréis?- preguntó Lola ofreciendo un bocadillo y una lata de Pepsi.
-No, gracias- dijimos ambos al unísono.
-Vamos yendo que va a tocar el timbre…
Me levanté y coloqué el libro en su sitio.
El resto del día fue aburrido. Y no hice otra cosa más que pensar en lo que le iba a decir a Dani… Llegué a la conclusión de que me dejaría llevar por lo que sintiera en ese momento.
Salimos del instituto y nos fuimos a casa.
-Chao- se despidió Lola- Te llamo luego- me dijo.
-No, pásate por casa…
-Ok, como quieras… ¿A las 6?
-Sí. Chao.
-Adiós- dijo Dani.
-Chao.
-Es una gran chica…me cae muy bien- dije cuando Lola estaba abriendo la puerta de su casa.
-Sí… ¿Te pasas luego por casa y seguimos hablando de lo de antes?- preguntó el, sabía que no tardaría mucho en decirlo.
-Claro…
-Si no quieres… tómate tu tiempo…
-Déjalo, ¿vale? Te he dicho que iré a tu casa a hablar, y ya está.
-Tienes razón…
-Ok, me paso después de comer… Chao- le di un apresurado beso en la mejilla y me fui corriendo.
-Chao- se escuchó a lo lejos entre una risilla.
Me di la vuelta y allí estaba él, perfecto como siempre. Sonreía más que nunca, y yo también. Esa tarde iba a ser muy especial para los dos.
Le sonreí a lo lejos y entré en casa.
-Hola- dije sonriente a mi madre-humm… lasaña… que rico. Voy arriba a dejar las cosas.
Subí las escaleras ante la mirada atenta de mamá. Tiré la mochila sobre la cama. Volví a bajar las escaleras.
-Vienes muy contenta… -dijo mi madre con una sonrisa.
-Sí, Lola y yo vamos en la misma clase…
-Y Dani también….
-Mamá, es un amigo…
-Vale… toma- dijo tendiéndome un plato con la mitad de un trozo de  lasaña de carne.
Me comí la lasaña en unos minutos mientras mamá y yo hablábamos de algunos de los profesores y alumnos.
-Me voy arriba…
-Vale.
Subí las escaleras rápidamente y fui al baño y me lavé los dientes. A continuación fui a mi habitación.
Todo estaba igual. Decidí poner música. Next to you de Chis Brown y Justin Bieber.
 Cogí mi ordenador y me tumbé encima de la cama. Había unos días que no miraba mi correo.
Abrí mi Hotmail. Había dos correos. Uno de Stela y otro de Aarón.
Abrí en de Stela primero. Leí atentamente el texto:

Hola Vero.
Bueno, este correo no es solo mío, es de todos. Solo queríamos preguntarte que tal todo y que tal el sitio… y si hay chicos guapos… esperamos que sí… J
Fran quiere decirte que se acuerda mucho de ti y que en cuanto puedas que le llames.
 Todos te mandan muchos besos.
Ahora hablo yo sola. Ya sé que no querrás llamar a Fran por todo lo vuestro pero… es lo mejor para los dos… te echa mucho de menos… y yo también… todos.
 Recuerda que nosotros no nos olvidaremos de ti ni de los buenos momentos que hemos pasado juntos.
TE QUEREMOS MUCHO.
Besos de todos.
Stela y los demás.


Casi me entraron ganas de llorar al ver ese correo. Podía verlos a todo sentados en nuestro banco en el parque dictando a Stela para que escribiera… las risas, los comentarios… los amigos que dejé atrás…
Dejé de recordar y comencé  a teclear.

Hola chicos.
Yo también os echo de menos y tampoco podré olvidaros a vosotros. Os quiero chicos.
 Lo de Fran, por descontado que lo llamaré… pero, aún es pronto… quizás dentro de unos días…
Sí, todo va bien y lo de los chicos… ya os contaré. El sitio es muy bonito y muy alegre pero nada que ver con nuestra Coru…
Me acuerdo mucho de todos y de todo…
Recordad que os quiero sobre todo.
Muchos besos.
Vuestra Vero.

No creía que sería tan duro… Le di a enviar.
 Acto seguido leí el de Aarón.

Hola Peke.
¿Qué tal todo por ahí?
Espero que bien. Te echo de menos, necesito hablar contigo y necesito verte… a lo mejor algún día te doy una sorpresa a ti y a mamá…
Por aquí todo bien. Bueno… la madre de Paola tuvo un accidente de coche el otro día pero no le pasó nada a nadie. Se empotró contra un árbol y destrozó el coche… nada que no se pueda arreglar…
Te quiero mucho.
Besos de su parte y míos.
Aarón.

Si quería llorar con el correo de los chicos, con este no iba a ser menos. Me puse a escribir rápidamente.



Hola hermanito.
Por aquí… todo bien, de momento. No está tan mal y comienza a gustarme de veras la gente de por aquí. Es muy amable y simpática.
Tenías que ver o feliz que es ahora, esa carita que tiene cuando está con Mauri, no tiene precio. No me arrepiento absolutamente en nada, aunque duela.
Que se recupere la madre de Paola.
Antes he leído un correo de Stela pero se lo decían los chicos, Fran quiere que le llame pero yo creo que todavía es muy pronto y que no podré hablar. ¿Tú qué crees? Creo que aún le quiero pero… decirlo solo haría más daño.
Besos a ti y a Paola.
Yo también te quiero.
Vero.

Escribir esto también había sido duro pero… sin pensar en nada más que en Galicia di a enviar.

lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo 6


MENUDO DÍA…

Él, tendido sobre mí no dijo nada en un buen rato. Me dejó sollozar todo el tiempo que lo necesité. Como de las otras veces que me había derrumbado ante él, me sentía muy bien a pesar de estar llorando.
Cuando los sollozos cesaron, él susurró a mi oído.
-Creo que te quiero sin apenas conocerte, no lo necesito. Sé lo que tengo que saber de ti: sé que tú me quieres.
-Querer es una palabra muy fuerte para este caso- dije incorporándome.
-¿No crees en el amor a primera vista?- preguntó enarcando una ceja.
-Sí, creo en él porque lo he vivido. Al principio sientes que es la persona más guapa, hermosa, perfecta, simpática  del mundo, luego que le quieres muchísimo y quieres estar con esa persona para siempre y… luego te das cuenta de que es un cabrón que solo piensa en sí mismo y que le dan igual los demás. Pero, aunque pienses eso, en el fondo le sigues queriendo  porque te has enamorado- dije mientras recordaba el primer día que había visto a Fran.
-Yo siento eso. Quizás es porque yo soy diferente y mi cabeza funciona de un modo paranormal pero, he leído sobre esto y sé lo que siento. Sé que tu eres diferente al resto de las chicas que he conocido y que contigo es mucho, muchísimo más fácil ser yo mismo-tenía un poco de razón, con él no tenía que fingir estar feliz o triste era yo, solo Vero, solo Dani.
Mi cara debía expresar mi duda, ya que preguntó.
-¿Es muy raro?- con una sonrisa perfecta.
-Compruébalo por ti mismo- dije volviéndonos a besar.
También este beso era diferente. Este beso era para conocernos el uno al otro, para sentir.
No fue muy largo pero si muy intenso.
Me incliné hacia delante y, él también. Nuestras frentes chocaron silenciosa y dulcemente.
Nos quedamos así, mirándonos con los ojos llenos de sentimientos de todo tipo. Nada podía estropear ese día, ni siquiera una tempestad pues, yo ya tenía lo mío.
No sé cuantas horas estuvimos así, sin hablar, sin alejarnos el uno del otro.
Sí, no sabía porque pero él tenía razón. No me lo podía creer; yo, la que había dicho “nada de chicos, vive tu vida; no te enamores o sufrirás mucho más”. Esa soy yo, tan rara como incomprensible.  
-¿Chicos, habéis terminado de pintar?- la voz de mi madre irrumpió esa cosa tan mágica que había en la habitación.
-Sí, ahora estábamos hablando de… los profesores- dije separándome un poco de él, me costó más de lo que creía.
-Muy bien. ¿Te quedas a cenar?- dijo mirando a Dani.
Yo también lo miré con ojos expectantes.
-Gracias por la invitación pero creo que hoy tenemos visita en casa…
-Oh, no te preocupes. Puedes venir a comer o cenar cuando quieras. Se me está ocurriendo una idea genial, mañana podríais venir tus padres y tú a cenar.
-Claro. Se lo diré.
-Ya hablaré mañana con tu madre…
Dani sonrió.
-Bueno, debería irme ya. Los invitados no tardarán mucho y me tengo que cambiar y darme una ducha…- dijo levantándose y mirándose la ropa.
-Os quedado genial la habitación chicos- dijo mi madre observando la obra de arte- voy a hacer la cena…
Salió de mi habitación.
-Tu madre es muy maja y guapa…- dijo Dani sonriendo.
- No me preocupa la competencia…- dije acercándome y mirándolo a los ojos.
-¿Sabes quién viene a cenar a mi casa?
-No…
-Una chica muy guapa y lista…
-Como te he dicho, no me preocupa la competencia. Juego con cierta ventaja…- en ese momento me precipité sobre sus labios.
También ese beso era diferente: era un beso de despedida.
-Chao.
-Chao.
Ambos nos despedimos aun sabiendo que ese día nos volveríamos  a ver.
Los dos salimos por la puerta de mi habitación.
-Adiós- dijo Dani al salir por la puerta a mi madre.
-Chao- dije yo mirándolo de nuevo a los ojos.
-Hasta mañana- dijo guiñándome un ojo.
Le cerré la puerta en las narices. Se escucho una pequeña risilla al otro lado de la puerta.
Subí a mi habitación. Cerré la puerta de golpe pero con cuidado.
Puse música. Gland you came de the wanted.
Genial. Un día genial. Absolutamente genial. Nada lo podía estropear. Salvo… pensar en lo ocurrido…
Era raro, muy raro… en un día, un solo día… todo eso… en un día.
Era difícil de creer pero ahí estaba la “magia” o como se quiera llamar.
Era inexplicable.
Sin darme cuenta estaba sonriendo delante del espejo… tenía ese brillo en los ojos tan especial.
Ese chico era especial. Mucho, muchísimo. Y me gustaba… más de lo que debería.
Él era... diferente (raro no, especial), guapo, inteligente, alto…perfecto.
Me lancé hacia mi cama todavía recubierta por sábanas viejas.
Tenía ganas de gritar.
Tenía una idea. Me ayudaría.
Me cambié la ropa manchada de pintura verde por unas mallas negras y una camiseta floja roja. Me puse unos tenis blancos fáciles de calzar.
Paré la música y bajé rápidamente las escaleras parándome en un mueble del pasillo dónde, en una mochila estaban mis patines.
-Mamá me voy a patinar. No volveré tarde- salí por la puerta sin esperar su respuesta.
Había una pista de skate no muy lejos de allí, con los patines en cinco minutos estaría allí.
Me senté en el suelo, me descalcé y metí los tenis en la mochila. Me puse los patines y me fui corriendo a toda velocidad.
Estuve patinando durante varios minutos sin pensar en nada. Solo en el viento que rozaba mi cara dulcemente.
Tenía esa cualidad, la de poder poner la mente en blanco cuando lo deseara. Era muy efectivo a la hora de estudiar y en los exámenes.
Llegué a la pista. Había unos cuantos skaters. Puse la mochila en el suelo y me fui a la pista.
Al llegar me di cuenta de que un grupo de chicos que tenían música puesta miraban en mi dirección. Uno de ellos se acercaba… genial, pensé, ahora me vienen a tocar las narices.
No le hice caso y fui hacia la pista.
Hice un par de piruetas en la U que me había enseñado un amigo skater. Eso me recordó a casa, a mis amigos: Stela, Javi, Antonio, Maite, Raquel, Judith, Nines, Coque, Kike (el skater), Tere, Germán, Maxi…
Demasiados recuerdos, demasiados nombres, demasiadas personas que no estaban…
Volví a repetir los saltos con más concentración que nunca.
Me cansé de la U al cabo de un rato y me apetecía correr. Salí de allí corriendo a por la mochila y me fui a una pista lisa.
Allí había una chica sentada sobre un banco. Parecía triste.
Tenía el pelo negro recogido en una coleta un poco desecha de la que sobresalían unos mechones de pelo ondulado. Era delgada y más o menos de mi estatura.
Me acerqué a ella.
De cerca se podía ver que era de tez blanquecina y tenía los ojos azules grisáceos. Era muy guapa.
-Hola-dijo sentándome a su lado.
-Hola- dijo con voz apenada- Patinas muy bien.
-Gracias. Oye, ¿estás bien?
-Es que… soy nueva aquí, debería haber empezado el instituto hoy pero, no pude…- se le fue apagando la voz.
-¿En serio? Yo también soy nueva. Empecé hoy el instituto… Soy Vero.
-Yo Lola- dijo un poco más animada- no Dolores ni María Dolores, Lo-la. Solo Lola.
-Vale Lola… sé que es difícil, mucho pero… hay que empezar de una vez…
-Ya, para ti es fácil decirlo. Yo he empezado en muchos sitios…
-¿Viajas mucho?
-Si de centro en centro. Pero ahora me han “adoptado”- pronunció la palabra entre dientes.
No parecía una chica mala ni nada por el estilo. ¿A qué centro se referiría? No pregunté aunque me mataba la curiosidad…
-Soy huérfana. Mis padres…
-No me lo tienes que contar si no quieres…- la corté.
-No, necesito contarlo- me dedico una pequeña sonrisa- mis padres eran jóvenes cuando me tuvieron y me dieron adopción. Las personas que me adoptaron al poco tiempo se cansaron de mí y me llevaron al orfanato. Y llevo cambiando de orfanato cada año… hasta que Julia y Roberto  me adoptaron…
-Lo siento…
-No pasa nada me has ayudado a soltarlo… ¿a ti que te pasa? En la pista parecía que quisieses olvidar algo… o alguien…
-Sí, es difícil…
Le conté lo que me había pasado ese día. Todo: lo de Dani, lo del instituto…
-Vaya… tu vida parece un culebrón o más bien una telenovela…
Nos reímos las dos.
-Me alegra haberte hecho reír con mis miserias…
-Gracias.
Me dio un abrazo y dos besos.
-Por lo menos una chica normal. Me empezaba a preocupar ese tema- sí, era un alivio tener una amiga.
-¿Por? ¿Las chicas son muy raras?
-Define raras…- ambas nos reímos- sí, bastante. Son muy pijas.
-Me llevaré genial con ellas…- dijo con tono sarcástico- por lo menos estás tú. Espera que te dé mi número.
-Claro- saqué mi móvil del bolsillo de mi mochila- dicta.
-697677…- fui apuntando el número.
-Vale, te doy un toque para que tengas el número.
La llamé y comenzó a sonar Deja bu de Irina.
-Ok. Es tarde, me tengo que ir a casa.
-Sí, yo también… ¿Por dónde vives?
-Creo que en la calle Zaragoza… número 14.
-¿En serio? Mi casa es la número 13…
-Genial.
-Vamos juntas…
Ambas nos levantamos a la vez. El chico alto al que antes había ignorado se volvía a acercar.
-¿Qué hacen unas chicas tan guapas solas a estas horas?- preguntó con un tono de voz que no me gustaba.
Él tampoco me gustaba tenía pinta de ser peligroso y dar problemas. Era bastante más alto que Lola y que mí. Era guapito y su ajustada camiseta blanca de tirantes dejaba ver unos ejercitados abdominales. También vestía unos vaqueros claros gastados y muy bajos con unos tenis anchos.
-Vámonos- me di la vuelta mientras agarraba por el brazo a Lola para que me siguiese.
-Vero, espera. A este chico le debo una disculpa- me quedé sorprendida- Siento lo de antes, solo querías ser amable…
Se dio la vuelta y las dos nos fuimos mientras el chico atónito volvía con su pandilla.
En ese momento la canción de Taio Cruz, Break your heart  comenzaba a sonar en el interior de mi mochila.
-Mi móvil- dije mientras me giraba para cogerlo de mi mochila. Era Aarón. Mi hermano mayor.
-Hola. ¿A qué se debe la demora de su llamada? Me dijiste que me llamarías a eso de las cinco…
-Era Paola que le dio por ir a comer a un chino. Un hombre se ahogó con un rollito y yo le salvé la vida. Lo llevé al hospital. Se acaba de ir a casa. Tranquila… está bien.
Me eché a reír.
-No le eches la culpa a Paola ni a los chinos… No pasa nada pero, lo que te tengo que contar es muy largo y ahora voy para casa con una amiga- dije enviándole una mirada y una sonrisa a Lola- Te llamo cuando pueda. Dentro de un ratito…
-Ok. Me alegro de que hayas hecho amigos…
-No te vas a alegrar tanto…
-¿Qué…?
-Nada. Hablamos luego. Un beso a ti y otro a Paola. Chao Aarón.
-Chao Peke. Besos a mamá y a Mauri. Y otro para ti guapa.
-OK.
Y colgué.
-Mi hermano. Aarón. No está aquí, está en Italia estudiando y allí encontró novia…
-¿Tú hablas Italiano?
-No, sé algunas palabras que dice Paola pero nada más. Ella si habla español y muy bien…
De pronto ya estábamos en casa.
-Es esta…- dijo Lola en dirección a su casa- Ven cuando quieras.
- Y tú a la mía. Luego te llamo y vamos juntas al insti. Así no será tan malo…
-Ojalá y gracias.
Nos dimos otro abrazo y dos besos.
Cada una nos  fuimos en direcciones opuestas.
-Hola- dije al entrar y ver que Mauri y mamá estaban en el sofá viendo una peli- ¿Qué veis?
-Cerdos salvajes- contestó Mauri mientras yo me sentaba en el sofá y me quitaba los patines.
-¿La ves con nosotros?- preguntó mi madre amablemente.
-No, no es mi tipo de peli… me voy a mi habitación a ver El Titanic o algo así.
-Como quieras…
-Te he dejado los libros en la mesa de tu escritorio- dijo mi madre.
-Gracias, mamá
Guardé mis patines en la mochila y la mochila en el mueble.
Subí las escaleras descalza.
Abrí la puerta de mi habitación.
Mire en mi armario y escogí  un pijama con un pantalón verde con rallas de otros tonos del mismo color, la camiseta era azul con rallas de verde. Me lo puse y acto seguido me hice una coleta alta.
Busqué mi portátil en mi mesa de escritorio. Era un Acer de color verde con el teclado blanco y detalles rosas. Me lo había regalado Aarón para poder hablar con él cuando se fue a Italia.
Aarón, lo tenía que llamar.
Busqué en mi habitación un teléfono inalámbrico. Marqué su número y me senté en la silla de mi escritorio.
-Ciao bella!- se escuchó al otro lado de la línea.
-Sabía que eras rápido pero no tanto- dije riéndome. Con él siempre me reía.
-Era el nuevo número de mi hermanita…
-No sabes cuánto te echo de menos.
-Me alegra oír eso. Bueno, también me hace sentir culpable por no estar ahí contigo. Tiene que ser duro. Lo siento.
-No, tienes que estar con Paola en Italia. Es tu vida y yo viviré la mía. Tu sitio está en Italia.
-Y también hay un sitio para ti. Recuérdalo siempre. Ven cuando quieras… hay  muchos italianos te esperarán con los brazos abiertos… aquí no hay muchas morenas como tú…- comenzó a reírse.
-No me preocupan los italianos. Pero tienen fama de estar muy bien…
-¿Cómo que no te preocupan los italianos? Huy… ahí hay un chico, ¿verdad?
-No quiero hablar de ello. Se lo dirías a mamá.
-¿No confías en mí?- parecía ofendido.
-Sí, pero… Es muy pronto…
-¿Cosas de chicas? Te gustaría tener una hermana supongo…
-No quiero tener una hermana, te quiero a ti.
-Y yo a ti. Quiero estar ahí contigo y ayudarte en todo lo posible…
-Chist. Calla.
-Bueno, ¿me lo vas a contar?
-No lo sé… se llama Dani. Es muy guapo. Tiene el pelo castaño y los ojos castaños claros… es alto y bastante fuerte…
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, y yo a él… vive al lado de casa…
-¿Cómo sabes si…? Oh… vale, lo pillo. Es uno de esos pijos.
-No, nada así es… perfecto. Es muy sensible y no se lleva bien con la gente…
-Un fiki…
-No, es que la gente de aquí es muy rara… enfrente de casa hay una chica llamada Lola muy maja. Ellos son los únicos normales aquí. Lola también es nueva.
-Vale, te gusta mucho…
-Sí, mucho, muchísimo… 
-Veo por dónde vas…
-No se lo digas a mamás. Seguimos hablando mañana. No me apetece hablar más.
-Te entiendo. Pronto iré a verte, te lo prometo.
-Ok. Chao, un beso a Paola.
-Chao. Otro beso a ti y a mamá.
-Y otro ti.
-Nos veremos pronto.
Colgamos ambos. Sonreí ante esa idea. Echaba mucho de menos a mi hermano. Cuando corté con mi ex me ayudó mucho y ahora lo necesitaba. A pesar de los 7 años de diferencia nos llevábamos genial,  nos lo contábamos todo, no había secretos entre nosotros…
Me tiré en la cama.
-Menudo día…- mascullé para mí misma.
Me levanté y fui a buscar el ordenador. Lo encendí. Mientras tanto miré las paredes de mi habitación. Hasta el momento no me había dado cuenta de que mamá me había puesto los muebles en su sitio y que había quitado las sábanas para no manchar nada.
El ordenador estaba encendido cuando lo miré. Busqué en una carpeta que ponía “Mis pelis” la de El Titanic. Ya la tenía en una carpeta, pues las pelis que me gustaban las veía muchas veces, casi me la sabía de memoria. Le di a reproducir y me acomodé.
Y comenzó la canción del principio. Vi los primeros 30 minutos sola. Luego llegó lo que había estado esperando toda la noche.
-Hola. ¿Qué haces?-preguntó esa voz tan familiar mientras se deslizaba  al interior de mi habitación a través de mi ventana.
-Ver una peli. El Titanic.
-Viniendo de ti no me sorprende…
Puse el pause en el reproductor y en ese momento sonó mi móvil. Corrí hacia mis pantalones dónde, en el bolsillo trasero había guardado el teléfono.
-¿Diga?
-Hola Vero. Soy Lola.
-Hola Lola.
-¿Es buen momento para hablar?- parecía preocupada.
-Sí, claro.
-¿Lo de mañana sigue en pie?
-Por supuesto. Lo siento, tenía que haberte llamado.
-Oh, no te preocupes. Ya has hecho bastante.
-Entonces; ¿mañana a las ocho te paso a buscar por tu casa?
-Voy yo por la tuya si lo prefieres…
-No, me da igual. Oye, ¿te molestaría que se lo dijese a Dani?- el aludido me miró sin saber de qué iba la conversación.
-No, claro que no… paso por tu casa a las ocho.
-Vale. Tengo que colgar. Tengo… visita, ya me entiendes…
-Claro- comenzaron a escucharse pequeñas carcajadas al otro lado de la línea- Te dejo. Un beso. Chao.
-Otro. Chao.
Colgué.
-¿Quién era? ¿Por qué le hablaste de mi?- Dani comenzó con una ronda de preguntas.
-Era Lola una nueva amiga que he conocido hace un rato. Vive enfrente…
Le conté toda la historia que me había pasado con Lola.
-¿Así que me toca ser como Teresa de Calcuta?
-Mira que eres. Le conté todo…
-Vale, prefiero no saber lo que le contaste pero supongo que sería algo como: “He conocido a un chico guapísimo y está muy bueno…”- dijo imitando el tono de mi voz muy mal mientras me cogía de la cintura y me acercaba a él.
-No me imitas bien pero…algo así he dicho…
Sonrió mientras se acercaba más a mí.
-Dani…- repliqué.
-Vale, lo pillo. Pronto, ¿no?- se comenzó a separar de mí.
-Sí. ¡Te he conocido esta mañana y yo necesito tiempo para conocerte! ¿Cómo se que no eres un salido hipócrita?
-Algo llamado confianza.
-Mira, no te voy a engañar, me gustas. Mucho, más de lo que deberías gustarme. Pero, ¡esto es de locos! No quiero volver a repetir la misma historia una y otra vez. Contigo no…- susurré mientras me acercaba a él.
-Entiendo- se separó de mí y se sentó en mi cama-¿Qué quieres saber de mí?
-¿Puedo preguntar lo que quiera?- dije sentándome a su lado.
-Claro.
-Vale, ¿hermanos?
-Tres. David, Javi y Ali.
-¿Nombres de tus padres?
-Juan y Lurdes.
-¿Color favorito?
-Naranja y azul claro.
-¿Aficiones?
-Leer, bocetos de grafitis, ver en la tele programas de humor…
-¿Gustos?
-¿Gustos?- preguntó perplejo.
-Sí, chicas, sabores, comida…
-Las chicas con carácter son mis preferidas, y si son un poquito bordes mejor…- sonrió- físicamente me da un poco igual; supongo que un poco más bajitas que yo, morenas y con ojos oscuros. En definición: tú. Sabores… me encantan las cosas dulces, picantes y saladas. Comida: espaguetis, pizza, fruta (especialmente la manzana) y chocolate ante todo.
-¿Peli preferida?
-Avatar.
-¿Tipo de música? ¿Canción preferida?
-R&B. Give me everithing.
-¿Tipo de pelis?
-Thriller.
-¿Tipo de libros?
-Historia.
-Valla… historia…- me había sorprendido que a un chico como él le apasione la historia- ¿Libro preferido?
-Nunca seré tú héroe de María Menéndez-Ponte.
Me había vuelto a sorprender…
-¿Deporte preferido?
-Futbol.
-¿Animal favorito?
-Perro.
-¿Te gusta viajar?
-Sí, me encanta ir a Estados Unidos, sobre todo a Florida.
-¿Viajas mucho?
-Sí, bastante. He ido a USA, Japón, Italia, Alemania, Francia, Rusia, Marruecos y África.
-¿Eres de estar con la familia?
-No, soy un solitario.
-¿Te gustan los niños?
-Sí, me encantan.
Me quedé en silencio sopesando toda esa información.
-¿He pasado el examen, profe?
-Sí, supongo que sí…
Se acercó a mí una vez más.
-No significa que…
-Lo sé…- me miró a los ojos sin hacer nada.
-¿Quieres preguntar algo?
-No. Ya sé lo que tengo que saber sobre ti. ¿Y tú, algo más?
-No, pero respecto a esto- dije señalándonos a ambos- no sé. Quiero decir, me gustas pero no, estoy… preparada. Con el último chico que he estado me había precipitado y fui muy rápido… no quiero que pase lo mismo contigo.
-Ok Piénsatelo y tómate tu tiempo.
Luego desapareció por mi ventana.
Se escuchó un gran ruido. Supuse que sería la ventana de su habitación. Me levanté de la cama y me asomé a la ventana. Así era.
De repente unas nuevas lágrimas se deslizaron por mis mejillas provocando nuevos sollozos incesables.

viernes, 10 de febrero de 2012

Capítulo 5


                                                UN DIBUJO ESPECIAL

Nos terminamos la pizza y nos fuimos de la tienda. Yo un poco aturdida. Caminábamos hacia la otra tienda.
Había unas horas que lo había conocido y ya me gustaba… sería por que echaba de menos mi hogar y necesitaba a alguien a mi lado y él estaba con migo.
-Con tus amigas las nubes, ¿no?- su pregunta me cogió desprevenida.
-No, pensando en el poco tiempo que te conozco…- “y lo mucho que me gustas” quise agregar.
-Si es raro… nos conocemos muy poco pero mucho…- él también debía haber pensado en eso.
Sonreí, como siempre que estaba junto a él.
-Que bonito- dije mirando un grafiti pintado sobre un muro de la calle.
-¿Te gustan los grafitis?- estaba sorprendido.
-Sí, son pequeñas muestras de arte. Mejor que los Picasso o los Goya.
-Sí, eso sí… yo solía hacer algunos…
-¿En serio?- se me había ocurrido una idea magnífica-¿Me harías uno con mi nombre encima del cabecero de mi cama?
-Claro. Quedaría bien, muy bien.
-¿Y dónde puedo comprar la pintura de grafiti?- eso podría ser más difícil.
-Tengo yo en casa de todos los colores. El sábado por la tarde podríamos pintar mi habitación toda con grafitis.
-Vale pero, yo no sé pintar con grafitis…
-Te enseño yo, tranquila.
-¿No te gusta el pistacho?-dije sonriendo.
-Te dedicaré una pared pintándola de verde pistacho con tu nombre debajo.
-Y yo a ti otra. ¿Cuál es tu color favorito?
-Azul cielo o naranja.
-¡Es genial la combinación de naranja, pistacho y grafitis! También es uno de mis colores favoritos…
-Es diferente, un color raro, chillón, alegre…como el pistacho, como tú.
-Como nosotros- lo corregí.
Nos reímos los dos con mi pequeña broma.
Ya  habíamos llegado a la tienda.
Entramos en la tienda.
Detrás de un pequeño mostrador había un hombre menudo y alto.
-Hola guapa. ¿Qué quieres?- me dijo con una delicada vocecilla cuando me acerqué a él.
-Tres botes de pintura verde pistacho- me lo pensé mejor- y dos botes de naranja.
Dani se rió, supongo que de mí.
-Tengo grafitis amarillos si te gustan- dijo cuando el hombre estaba buscando las pinturas.
 Le di un pequeño codazo.
A veces era tan irritante…
-Toma- me dijo el hombre dándome la pintura.
-¿Cuánto es?
-25€ por ser tú, preciosa.
Pagué y nos fuimos de la tienda.
-Ya tienes otro admirador…
-Lo decía para vender, tonto- dije mientras le despeinaba ese pelo suyo castaño liso tan bonito.
-Seguro- mientras lo decía me pasaba el brazo por encima de mis hombros.
¡Oh Dios, oh Dios! Ese chico es fantástico, más que eso genial, estupendo…
-¿Nubes?- preguntó como si no pasase nada.
-Sí- respondí con timidez.
-¿De qué color son tus nubes?
-Humm… pistacho, creo… con un toque de naranja y rosa…- dije riéndome.
-¿Rosa? Es muy típico para ti…
-No sé… tranquilo es rosa fucsia que es más de mi estilo.
 Se volvió a reír.
-¿Te ríes de mi o conmigo?- pregunté con verdadera curiosidad.
-Ambas cosas…- dijo entre más carcajadas.
Yo también me reí, de él, de mí. De los dos en general. Me hacía mucha gracia la situación: yo empezando en un sitio nuevo, me hago amiga de un chico que no se lleva bien con la gente y que creo que me gusta (o estoy segura que me gusta…no sé… esta noche había mucho que pensar…) y que se porta conmigo como el chico más sensible del mundo. Ese chico era especial y no sabía porque… quizás porque yo era la primera persona que lo descubría...
-Verónica.
-Vero. Daniel.
-Dani, no Daniel.
-Ok.
-Ok- esperaba que yo dijese algo pero, al ver que no lo decía, lo dijo él- ¿Vamos a pintar ahora tu habitación?
Solo asentí.
-Tú puedes ir tapando las cosas mientras yo hago unos bocetos para “mi pared”.
Sonreí ante esa idea, me encantaba.
-Gracias, otra vez- dije conteniendo las lágrimas
Llegamos a casa. Él se fue a la suya y dijo que luego entraría por abajo, por si mi madre entraba.
-Vero- dijo mi madre cuando entré en casa.
-¿Sí?
-¿Va a ayudarte Daniel a pintar tu habitación?
-Sí, me va a pintar un grafiti en una pared.
-Me parece muy bien, es un chico muy guapo, y simpático.
-Mamá…
-¿Ese es el chico interesante del que me hablaste?
-Sí, como tú misma dices, es muy simpático.
Apresuradamente subí las escaleras.
Puse los botes de pintura encima de mi cama. Cogí de mi armario las fundas en las que habían envuelto mis cosas de la mudanza y me puse a tapar las cosas.
Cuando había terminado, abrí la ventana y corrí la cortina. Miré y vi a Dani encima de su cama. Estaba solo.
Observé que no era tan complicado saltar y lo intenté.
-¡Bien!- dije una vez dentro de la habitación de Dani
-Valla, pensé que tardarías más en intentarlo- dijo mientras sonreía- mira, ¿te gusta?
 Me mostró un dibujo precioso, era yo mirando hacia, no sé dónde. Encima de él ponía “Vero” en letras rosas muy bonitas.
-¿Te gusta?- preguntó ilusionado.
-¡¿Cómo no me va a gustar?! Es precioso. Gracias- me abracé a él y los dos nos caímos en la cama- Humm… creo que en pistacho quedaría bien…
Se rió durante un buen rato.
-Pistacho, como no…- dijo riéndose de nuevo por el juego de palabras.
-Sí supongo…- dije levantándome de su cama y observando la habitación.
Era grande y muy luminosa (como la mía).Era de color azul cielo, que encajaba a la perfección con él. Estaba decorada con unos cuantos discos de vinilo encima del marco de la puerta de madera color castaño claro, que estaba a la derecha de la cama. Enfrente de la cama, al fondo de la habitación, había un gran armario haciendo juego con la puerta y, en la pared de la ventana se encontraba una pequeña mesa de estudio. Justo al lado del armario, enfrente de la ventana, había unos estantes repletos de CDS y, en medio había un pequeño equipo de música.
-Luego te quejas del mío- dije señalándolo.
-Eh, no te metas con él. Es pequeño pero matón.
Me reí como él lo hacía de mí.
-Me voy a mi habitación. Ven pronto- dije mirándole a los ojos.
Le dediqué una última sonrisa y salté por la ventana.
De pronto me volvía a encontrar en mi habitación.
Era curioso pero, me sentía extraña sin Dani a mí alrededor.
Me reí yo sola (como había hecho tantas veces en ese día de locos) de la simple idea de que había menos de un día que conocía a ese chico y no podía estar mucho tiempo sin él.
Puse música para que se me hiciese más corta la espera.
Born this way de Lady Gaga para subir los ánimos.
-Vero, ¿puedo pasar?- preguntó la voz de Mauri mientras tarareaba la letra de la canción.
-Sí.
-Veo que has hecho un amigo- dijo con una nota extraña en su voz. Genial, mamá se lo había dicho todo.
-Sí, quizás este sitio no esté tan mal al final…
-Un chico ayuda, ¿no?- preguntó enarcando una ceja.
-Mauri…
-Sí, vale, no me meteré en tu vida.
-Gracias.
-¿Te va a ayudar a pintar la habitación?
-Sí.
-¿Vero? ¿Estás ahí?- dijo Dani  asomándose por la ventana.
-Sí.
-Bajo ahora.
-Ok.
-Bueno, mejor me voy- dijo Mauri. Me dio un beso en la frente y se fue.
Me tiré en la cama.
Estaba agotada y no me apetecía ponerme a pintar la habitación pero, era con Dani y eso me animó un poco. La música seguía sonando. Shine a light de McFly&Taio Cruz. Una de mis preferidas. Canté el estribillo.
Busqué en mi armario ropa para pintar. Me puse unos pantalones negros gastados y una camiseta violeta de manga larga que hacía tiempo que no me ponía. También me cambié los tenis y me puse unas zapatillas de casa negras un poco rotas.
Continué cantando.
-Hola cantarina.
Solo le sonreí.
Él también se había cambiado de ropa. Ahora llevaba una camiseta gris (que le quedaba muy bien), un pantalón de chándal negro y unos tenis negros.
En la mano derecha llevaba una mochila negra.
-Vamos a pintar una habitación, no ha cometer un delito- dije señalándola.
-Son los aerosoles, tonta- dijo guiñando un ojo.
-Voy abajo a por las brochas y demás- dije abriendo la puerta. Bajando las escaleras, había un armario y Mauri me había dicho en el trayecto al instituto que allí había brochas.
Y, así era.
Volví a subir con todo en la mano.
Entré y, Dani no estaba.
-¿Dani?- pregunté. Parecía tonta.
-Estoy en mi habitación- dijo saltando por la ventana que tanto conocía- me había olvidado una cosa…
-¡Hay mucho que hacer!
Comenzamos a pintar, él decidió empezar por  “su pared”  y pintarla de naranja y yo por el resto de pistacho. Cuándo terminó me ayudó a pintar de pistacho mientras esperaba a que la pared naranja se secara para poder hacer la pintada.
Me fui un momento al baño y cuándo llegué ya había empezado con el dibujo.
Era precioso.  Era incomparable al verlo en la pared. Estaba mi nombre pintado en rosa fucsia con los bordes blancos y, debajo de ello, había un dibujo; era yo aunque, mucho más guapa. Debajo estaba poniendo Pistacho.
-Ohh, Dani eres… genial- logré decir.
-¿Te gusta?
-¿¡Estás de broma!? Es… perfecto.
-Me alegro de que te guste.
Terminó su dibujo en unos minutos, mientras yo lo observaba petrificada por la hermosura de esa obra de arte.
-Muy bien, solo queda firmar…-dijo mientras cogía un espray de color rosa (como el de mi nombre) y ponía “Gracias por todo” y debajo ponía su nombre- ¡Listo!
-Vengo ahora- dije abriendo la puerta.
Bajé a la cocina y cogí unas cervezas sin alcohol de la nevera. Volví a subir.
Él estaba sentado en el suelo, apoyado contra mi cama movida levemente hacia el centro de la estancia.
-Cerveza fresquita- dije mientras cerraba la puerta.
Le pasé una botella y el abridor. La abrió y tragó un largo sorbo de la cerveza.
Mientras tanto yo abría mi botella.
-Gracias- solté de repente.
-Oye, ¿nos vamos a estar dando las gracias toda la vida?- preguntó con cierto sarcasmo.
-No, pero te quería agradecer lo de hoy. Todo- dije siendo muy sincera con él.
-No, mañana me vas a odiar…
-¿Por…?
-Mañana Sonia te va a matar por no querer ir hoy con ella.
- Es una niña de papá y de mamá.
-Sí, quizás tengas razón.
-Creía que era a ti al que no le caía bien…
-Cuando ella llegó era como tú- me quedé perpleja- si, igualita y yo me empecé a llevar bien con ella… salíamos juntos, pero juntos.
-Osea, que era tu novia.
-Sí, en cierto modo…
-Así que, ¿te gustan las chicas como yo?- pregunté con ironía.
-Sí a la pregunta que no me has querido formular- como podía saber en que estaba pensando- ¿Y yo a ti?
-Sí, me caes muy bien- estaba claro que no estaba pensando en eso antes pero, me salvaría un poco  y le daría una pequeña lección.
-Con eso no engañas a nadie y tú lo sabes…- dijo mirándome a los ojos.
Se estaba acercando a . Ano, a mis labios…
¿Me apartaba? No, sería muy brusco por mi parte.
Oh, cada vez más cerca…
-Esto es ridículo, hace un día que nos conocemos. Es imposible…
En ese momento mis labios se juntaron con los suyos. No fue un beso rápido como yo había esperado. Era dulce, agradable y, me sentía muy rara a pesar de todo.
A ese chico que estaba besando la había conocido esa misma mañana…
De repente, el beso se paró.
Me volvió a mirar a los ojos.
-Ya sé que es raro pero, no necesito ocho meses para saber que te quiero y que quiero estar contigo- era la voz más dulce que había oído jamás.
Esta vez fui yo la que le devolvió el beso.
Este fue más largo. Con más ganas y menos dulzura. Era un beso de pasión, no de amor como el otro. Aunque incomparables, los dos eran magníficos.
Otra vez el beso se paró y yo me abracé contra él y, una vez más mis lágrimas cayeron precipitándose por mis mejillas.

jueves, 9 de febrero de 2012

Capítulo 4


                                                      HACIENDO AMIGOS
                
-Por favor  no llores-me decía Daniel mientras las lágrimas caían de mis ojos.
-Necesito llorar- decía entre sollozos.
-Por favor – me repetía con cara de cordero degollado.
-No es por tu culpa si es lo que crees, es por todo. Es muy duro dejar una vida, unos amigos, una casa…
-Lo sé, pero siento que es mi culpa por haberte hecho sentir mal.
-No me has hecho sentir mal. Todo lo contrario, me has ayudado. Y eso que he sido una borde contigo. No te lo merecías- los sollozos ya casi habían terminado.
-No, tu no mereces que nada ni nadie te haga llorar-dijo mirándome con los ojos más bonitos que jamás había visto.
 Sonreímos el uno al otro. La música que habíamos ignorado hasta el momento se convirtió en lo único audible. Sonaba The best thing I never had de Beyonce.
Nos miramos el uno al otro durante un largo minuto.
No sé porqué pero ya no me sentía tan mal. Todo lo contrario, había descubierto una parte de él que seguro que nadie había conocido jamás.
La canción terminó y se oyeron unos pasos en las escaleras.
-Mi madre. Métete en el armario-dije con un hilo de voz.
-Muy típico de ti, meter un chico en el armario- replicó con otro hilo de voz mientras iba hacia el armario.
-Cállate- le contesté yo dándole un pequeño codazo.
Delante de él cerré la puerta.
Entró mi madre en la habitación.
-Mauri ha llegado. ¿Cariño estás llorando?- preguntó alarmada en cuanto vio mis ojos.
-No es  nada - dije sonriendo levemente- no tengo hambre. Luego picaré algo.
-¿Seguro que estás bien?
-Sí.
-¿Qué tal en el instituto? ¿Alguien interesante?
-No creo que le caiga muy bien a las chicas, son muy pijas, y los chicos… muy raros… aunque alguien me ha parecido bastante interesante…-dije sonriendo.
-Me asusta esa sonrisa…- dijo mi madre.
-No seas paranoica, ¿vale?
-Sé responsable con… ya sabes…
-Que si mamá vete a comer de una vez- no sabía hasta dónde quería que escuchase Daniel.
Mi madre se fue y Daniel salió del armario.
-Que gusto salir del armario- dijo con un suspiro.
Me empecé a reír al notar el doble sentido.
Él también se rió.
Luego nos miramos otra vez.
Después de un minuto bajé la mirada, no aguantaba más esa mirada.
No sabía que tenía ese chico pero, me volvía loca.
-Oye, ¿cuándo me toca a mi preguntar?- pregunté haciendo alusión a lo de por la mañana.
-Dónde, cómo y cuándo tú quieras-dijo una sonrisilla tonta.
Me senté en el suelo al lado de la ventana apoyando la espalda en la cama y le dirigí una mirada para que viniese a sentarse.
Así lo hizo él, se sentó a mi lado.
-¿Naciste aquí, en el pueblo?
-Sí, siempre vivimos ahí- dijo señalando su casa con el mentón- y dudo mucho que nos mudemos porque a la nueva vecina no le caigo bien.
- Yo no he dicho que no me calleras bien… ¿Me odias?
-No te tengo que odiar, todo lo contrario: eres mi primera amiga-bajó la mirada.
Esto me pareció muy bonito y me salió casi instintivo apoyar mi cabeza en su hombro. Él hizo lo mismo y apoyó su cabeza contra mi cabeza.
-Ojalá nos hiciesen ahora una foto- dije yo en susurros.
-No quiero que te muevas y tampoco quiero moverme yo…- replicó él.
Nos volvimos a concentrar en la música. Sonaba Tu mirada me hace grande de Maldita Nerea.
Cerré los ojos y, aún así no pude contener las lágrimas otra vez.
-¿Llorando?-preguntó él.
-Sí. Normalmente no me gusta llorar delante de la gente pero, contigo no me importa nada… soy solo yo sin importarme nada…
En ese momento Daniel levantó su cabeza de la mía y me dio un beso en la mejilla.
Ohhhh. ¡Qué mono!
Luego me miró y me sonrió.
-¿Algo más que quieras preguntar?-me encantaba esa sonrisa de suficiencia.
-No me vas a querer contestar…-dije sonriéndole.
-No, no me llevo bien con la gente… no sé si te acuerdas.
-Vale- repuse con otra sonrisa- ¿Te apetece hacer algo conmigo hoy por la tarde?
-Si es contigo, claro que quiero.
-Genial, para empezar vamos a recoger esto. Pero primero ve a tu casa y baja, llama a mi puerta y ven.
-¿Por…?-preguntó confuso- Bueno, eres tú…- puso los ojos en blanco.
-Porque si mi madre sube y te ve aquí se asustará un poquito…
-Vale.
Se levantó y se marchó por la ventana.
Me levanté y me puse a desempaquetar las cosas.
Al cabo de unos minutos  sonó el timbre.
Se oyeron unas voces.
-Vero, alguien ha venido a verte…
-Hola-dijo Dani con una sonrisa y guiñándome un ojo (con cuidado de que no lo viese mi madre)
-Hola- respondí con otra sonrisa.
-Bueno, os dejo solos…-dijo mi madre.
Detrás de Dani se cerró la puerta.
-Ya está, las presentaciones están hechas-dijo él entre carcajadas.
-Si, a recoger.
-¿Qué…?
-Hay que desempaquetar todas estas cosas y guardarlas, luego comprar unos botes de pintura y luego pintar…-le dije rápidamente mientras me ponía a trabajar- ¡Manos a la obra!
- Claro jefa. ¿De qué color vamos a pintar?
-De verde pistacho- dije sonriendo.
-Me lo esperaba de ti pero, ¿pistacho?- preguntó extrañado.
-Me recuerda a casa…
-¿Tenías la habitación pintada de verde?
-No, me recuerda a Galicia. Al verde que aquí no hay.
-Hechas mucho de menos tu casa, ¿verdad?
-Sí, me gustaba mucho la lluvia en invierno y el sol en verano…-dije con morriña por mi tierra- pero lo mejor era el otoño… todo lleno de hojas de todos los colores… y la primavera era… preciosa.
- No vuelvas a llorar- dijo mirándome con una mirada llena de cariño y una sonrisa muy tierna.
-Tranquilo.
No sé porque pero cuando estaba cerca de él me entraban ganas de sonreír y al parecer a él también,  era algo…mágico cuando estábamos juntos.
-Gracias-susurré-por todo. Por ser mí amigo, por ayudarme…
-Más me vale ser tu amigo porque Sonia y su grupito te va a odiar para siempre.
Solo sonreí, con eso nos lo decíamos todo.
-A trabajar. A ver qué música tienes- dijo dirigiéndose a mi equipo.
Yo me puse a guardar las cosas de las cajas.
-Esto está mejor…- dijo poniendo una canción de Pitbull. Give me everithing- esta me encanta.
Se acercó a mí y me agarró por la cintura. Me giré, estábamos muy cerca.
-¿Bailas?-preguntó.
-Claro y muy bien además…
-Oh… ¿sabes que me llaman “El Pitbull”?- dijo bromeando.
-Hay que trabajar…
Me puse otra vez a guardar cosas en los cajones y él, hizo lo mismo.
Cuando terminamos de recoger, él me cogió otra vez por la cintura.
-¿Vamos a comer algo? Conozco una pizzería buenísima aquí cerca y luego compramos la pintura-susurró a mi oído.
-Claro déjame coger las cosas.
-Ok. Yo voy a mi habitación a coger dinero. Vengo ahora.
Se fue por la ventana mientras yo buscaba mi cartera en el armario.
Cuándo me di la vuelta ya estaba allí.
-¿Vamos?- preguntó.
Asentí una vez.
Bajamos las escaleras.
-Mamá, nos vamos a comer una pizza y a comprar la pintura- dije a mi madre.
-Divertíos.
-Por descontado- dijo Dani.
Abrí  la puerta y nos fuimos.
Caminamos en silencio hasta encontrar la pizzería.
La urbanización era bonita y parecía sacada de un cuento. Todas las casas tenían la misma forma pero cada una era diferente a la anterior.
-¿Otra vez en las nubes?- preguntó Dani cuando llegamos a la pizzería.
 Solo sonreí porque su sonrisa no me había permitido pensar.
Entramos a la pizzería.
-¿De qué la quieres?- dijo con una sonrisa angelical.
-Me da igual. Elige tú- respondí con sinceridad.
-Facu. La de siempre grande, por favor.
-Claro-respondió un anciano gordito, bajo y con poco pelo al otro lado de una puerta.
-Vienes mucho por aquí…
-Sí, Facu es lo más parecido a un amigo que he tenido…-dijo mirando con ternura hacia la puerta.
-En dos minutos está lista- se escuchó la voz del anciano.
-¿Nos sentamos en la barra o en las mesas?- no sé que tiene ese chico que no me puedo resistir a sonreír cuando está cerca.
No respondí, me puse a andar hacia la mesa más alejada a la barra para que el anciano no nos escuchase.
-Ya está, Dani- dijo el hombre cuando apareció por la puerta. Se sorprendió de verme allí- estás acompañado, me alegro mucho de que sea tan guapa.
-Gracias- dije con timidez.
-Es la hija de la mujer de Mauri, mi vecino- dijo Dani con una sonrisa, como… un triunfador.
-Me alegro de que ella sea la primera persona que descubre tu lugar… ¿cómo te llamas?- me preguntó Facu con una sonrisa.
-Vero- dije esta vez sin timidez- ¿conoce a Mauri?
-Claro, y a tu madre. Es igualita a ti…
-¡Este viejo conoce a todo el barrio y quizás a todo Madrid!- dijo Dani entre carcajadas.
- ¿A mi madre?- pregunté extrañada.
-Gran mujer… solía venir con Mauri. Aquí le pidió que se casara con él… en esa mesa-dijo señalando una mesa en la otra punta del establecimiento.
-Valla… eso explica muchas cosas…-dije para mis adentros.
-Venga comed y no os preocupéis por mí que ya me voy…
-¿De qué es?- pregunté cuando Facu ya se había ido.
-De cuatro quesos… ¿te gusta?
-Me encanta…-dije mordiendo un trozo de pizza que me había cortado.
-Gracias- dijo con la mayor sinceridad que pudiese haber en sus ojos color miel.
-Gracias- dije yo también.
Nos habíamos sentado el uno en frente del otro pero me levante y me senté a su lado. Puse mi cabeza contra su hombro. Allí se estaba muy a gusto…
Él no respondió y se abrazó a mí. Pasó su brazo por detrás de mi cuello y el otro por delante de mi cintura.
Yo me acurruqué más contra él  y le besé en la mejilla. Luego volví a apoyarme contra él.
Podría estar así horas sin cansarme.
-Contigo todo es tan fácil…-dije con un suspiro.
-Es como si nos conociésemos de antes, de toda la vida- respondió él.
Había unas horas que lo conocía pero, era diferente a todo el mundo que había conocido antes. Era especial.
-Eres especial, diferente- dijo como si me leyese la mente- lo percibí desde que me dejaste solo y te largaste a buscar la conserjería… ¿por qué lo hiciste?
Me separé de él y lo miré a los ojos.
-Me pareciste un salido y no tenía ganas de bromas…
-¿Y ahora, qué te parezco?-puso una de esas sonrisas que quitan la respiración.
“La persona más maravillosa del mundo entero” quise decir…
-Me pareces la persona más especial que he conocido y que seremos buenos amigos…-volví a sonreírle a sus ojos, él hizo lo mismo.
De repente me tocó los pómulos con las yemas de sus dedos.
-Tienes los ojos más bonitos que he visto nunca…-dijo.
Su voz, su piel, sus ojos, su sonrisa, su pelo… ¿todo en él era perfecto?
Me acurruqué otra vez contra él.
-Tú también eres diferente y especial-murmuró.

Capítulo 3


                         PRIMERAS IMPRESIONES

Como no tenía ni idea de cómo encontrar la clase me senté en un banco y miré los planos del centro. No parecía tan complicado. Al parecer tenía que subir las escaleras y  seguir recto y la encontraría. En marcha.
Durante el camino fui mirando los trabajos expuestos. Eran de los chicos de primer curso sobre la monarquía española. Eran realmente buenos, con  excepciones, claro.
Subí las escaleras y por suerte me encontré con unos chicos. Creía que ya había tocado el timbre.
 Encontré el aula sin problemas ya que, se me daba muy bien la orientación.
Cerca de ella se encontraban algunos compañeros de mi futura clase.
Oh. Genial. También estaba Daniel. Y se acercaba. ¿Qué querría?
-Hola de nuevo-dijo con una sonrisa en la boca-veo que has encontrado la conserjería y que vamos en la misma clase…
-No te hagas ilusiones, claval-me dejé llevar por lo que le había querido decir antes- Mira, yo no sé cómo se las gastan las chicas de por aquí, pero yo no soy así. Métetelo en la cabeza. ¿Vale?
- Alguien está de mal humor…- se regodeó él.
-Piérdete…
-Eres un poco borde ¿no?-preguntó con sarcasmo.
- A ti no te importa si lo soy o lo dejo de ser- corté por lo sano.
 Justo a tiempo llegó la profesora de inglés.
Tenía un aspecto  desgarbado. Y por sus ropas debía ganar mucho dinero.
Abrió la puerta y entramos.
-Eh… ¿dónde me siento?-pregunté  tímidamente a la profesora.
-Eres Verónica Martínez, ¿no?
-Sí.
-Siéntate al lado de Daniel Sánchez, en la última fila.
 Fui directa a mi sitio. Daniel sonrió de oreja a oreja.
Me estaba irritando ese chico.
No le hice caso en toda la hora.
Estaban dando algo que yo ya había dado y estuve pensando toda la hora en pintar mi nueva habitación.
El timbre sonó en el momento menos esperado.
-¿Qué, en las nubes?- preguntó “él” con ironía.
 Me levanté y recogí mis cosas sin hacer caso.
 Al levantarme me di cuenta de que dos chicos me estaban mirando desde la puerta, sonriéndome.
-Ya tienes unos cuantos admiradores-dijo observándolos.
-Supongo. ¿Qué toca ahora?-pregunté, pues no tenía ni idea.
-Lengua. ¿Vamos juntos?-odiaba esa sonrisilla de suficiencia suya.
Lo consideré un momento. No sabía dónde estaba esa clase.
-Vale- dije dándome por vencida.   
Salimos de la clase sin hacer caso a los chicos de la puerta.
Caminamos en silencio unos minutos y al llegar a la puerta se sentó en el suelo y me dijo que me sentara. Así lo hice.
-¿Por qué te mudaste?-pregunto de repente.
-Mi madre se casó hace unos meses con un tipo de aquí y como tenía trabajo y casa aquí. Le consiguió un trabajo a mi madre dónde le pagaban más...-se me fue apagando la voz.
- ¿De dónde eres?
-De Galicia.
-Ah.
-¿Alguna pregunta más?
-SÍ. Pero no me la vas a querer contestar…-dijo un poco desanimado.
-Pegunta, es una oportunidad irrepetible-ese chico no era tan malo.
-¿Tienes novio?
-No. ¿Algo más?
-¿Cuál fue tu primera impresión de mi?
Lo pensé un segundo, la pregunta me había pillado desprevenida.
-Me pareciste en chulo de playa y un insoportable-dije con una sonrisa.
- No, eso lo pensaste una vez que te hable. Pero yo me refiero a antes.
-Humm… un chico extraño que tiene que conocer a todo el mundo para poder decir quién es nuevo y quien no- respondí con sinceridad.
-Interesante.
-¿Y tú de mi?-nunca me había importado lo que pensase la gente de mi en este caso, tenía curiosidad.
-Que eras muy guapa y diferente a las chicas de aquí. No me seguiste el juego, cosa rara si eres la nueva y quieres hacer amigos
- Tu estas muy acostumbrado a eso, a que todos te sigan la corriente, ¿no?
-No es así del todo.
-Explícate.
-No soy de esos chicos que dices tú. Es solo que no caigo muy bien por aquí por eso. La gente piensa de mí que soy un chulo y nadie me da la oportunidad de explicarlo. Casi como hiciste tú- me recordó.
-Lo siento… no lo sabía-había metido la pata hasta el fondo.
-Pero tú a diferencia de los demás me dejaste que me explicara- continuo hablando como si no me hubiese escuchado- por eso digo que eres diferente.
-Hola, ¿eres Verónica?-preguntó una chica que no sabía cuánto llevaba escuchando.
Tenía el pelo largo, rubio y lacio. Tenía una ropa preciosa. Era alta y delgada.
-Sí-dije con timidez.
-Veo que ya conoces a Daniel…
-Sonia, ¿no te ha explicado tu adinerado papá que es de mala educación interrumpir?-estaba claro que esa chica no le caía demasiado bien.
-Daniel, no hablo contigo-dijo con una mirada de suficiencia- ¿Vienes? Te quiero presentar a unos amigos más interesantes-dijo echándole una mirada envenenada a Daniel.
 La miré un instante. No merecía la pena. Daniel parecía buen chico y no me había gustado su tono de voz.
-No gracias, estoy bien acompañada-me salió de dentro decirle eso. Parecía una hipócrita.
Daniel  soltó una carcajada.
La tal Sonia se fue rápidamente.
-No deberías haber hecho eso-me dijo entre carcajadas- Te va a odiar de por vida.
-No me cae muy bien esa chica- comenté tímidamente.
-Sois la clase de 3ºB y tenéis clase con Julián, ¿no?- preguntó de repente una voz masculina en frente de nosotros.
-Sí-respondió Daniel- ¿No ha venido?
-No.
Esa hora estuvimos en un aula muy grande que debía ser el salón de actos.
El resto de las clases pasaron muy rápido y sin nada digno de mención.
- ¡Hey Vero!-gritó una voz a mis espaldas cuando iba a coger el autobús.
Me giré. Era Daniel.
Esperé a que llegara.
-¿Vas en bus?-preguntó casi sin aliento.
-Si, en la ruta 2A. ¿Por?
-Vamos en el mismo…-dijo sonriendo.
-Me irritas muchísimo-dije volviendo a caminar de nuevo.
Nos subimos al autobús.
Durante todo el trayecto fui mirando las calles para estar segura de poder volver sola.
El autobús se paró y reconocí la casa de Mauri al lado.
Daniel también se bajó.
-¿Te bajas aquí?-pregunté con incredulidad.
-Sí, ¿dónde vives?
-En esa casa granate con piedras en las ventanas- dije señalando la casa que teníamos enfrente.
-¿La casa de Mauri?-era más una afirmación que una pregunta.
-Sí.
-Yo vivo en la amarilla, la que es igual…
Mire la otra casa. Eran iguales solo que una granate y la otra amarilla.
-¡Oh no!
Daniel se rio, parecía divertirle la situación.
-Eres insoportable- dije corriendo a casa.
-¡No te enfades vecina! Esta tarde te voy a hacer una visita ¿vale?-preguntó.
Entré en casa  y cerré de un portazo.
-Vero, ¿qué te pasa?-preguntó mi madre sobresaltada.
-Nada-susurré- un día muy largo. Me voy a mi habitación y luego a comprar la pintura.
-Vale-dijo poco convencida mientras yo subía las escaleras- ¿no tienes hambre?
-No, esperaré a Mauri-aún faltaba media hora para que viniera a comer.
-Ya te he comprado los libros, te los voy a forrar por la tarde.
Subía a mi habitación. Estaba hecho todo un lio.
Me puse a ordenar y a sacar cosas de las cajas de embalaje.
Encontré mi equipo de música y lo puse encima de una estantería cerca de un enchufe y probé suerte.
-Bien, funciona- dije para mí misma.
Puse un CD  de música que había grabado hace unas semanas en mi casa. Antigua casa más bien.
Puse una canción que solía cantar con mis amigas. Ella no sigue modas de Juan Magán ft Salgado.
Una de mis favoritas.
Subí un poco el volumen y abrí la ventana  porque iba a limpiar.
-Ven a bailar conmigo tu no bailes sola. Ay ayay, yayay ven a bailar conmigo tu no bailes sola.
Enfadada con todo en la vida no valora que el tiempo decida. Si la miras se vira y pierde el sentido a la salida. Exhausta de evasivas cansada de mentiras no quiere bailar más. Princesa de mis sueños-canté al ritmo de la música.
-¿No me digas que esa es tu habitación?-dijo una voz familiar que procedía de la ventana.
-¡No!-grité.
-¡Si, somos vecinos de casa y de ventana!-dijo entre carcajadas Daniel.
-¡No puedo estar tranquila ni en mi habitación!-dije fulminándole con la mirada.
-Tranqui. No te molestaré-dijo marchándose de la ventana.
Por primera vez en todo el día lo vía afectado por mis palabras.
Me había pasado.
-Lo siento mucho. No te mereces esto. Te has portado muy bien con migo durante todo el día y yo me he comportado como una imbécil contigo y no es tu culpa. Soy idiota- de pronto sentí mis pestañas mojadas, me senté en la cama y comencé a llorar.
-La culpa ha sido mía. No llores por mi culpa por favor, me haces sentir fatal…
-Es por el día que he tenido. No es tu culpa.
-¿Puedo entrar a tu habitación?-la pregunta me extraño mucho.
-Si- respondí confusa.
-Ya estoy aquí-dijo Daniel pero, la voz procedía de muy cerca.
Me giré y allí estaba plantado al lado de mí.
-¿Cómo…?
-Llevo haciéndolo un par de meses, me gusta mucho esta habitación para dibujar, me inspira…- me cortó.
De repente me abrumó una sensación de deja bu muy extraña de cuando vivía en Galicia y mis amigas me habían hecho una fiesta sorpresa y entraron por la ventana de mi habitación.
 Se me llenaron los ojos  de lágrimas que, de un momento a otro se precipitaron a caer sobre mis mejillas.