viernes, 10 de febrero de 2012

Capítulo 5


                                                UN DIBUJO ESPECIAL

Nos terminamos la pizza y nos fuimos de la tienda. Yo un poco aturdida. Caminábamos hacia la otra tienda.
Había unas horas que lo había conocido y ya me gustaba… sería por que echaba de menos mi hogar y necesitaba a alguien a mi lado y él estaba con migo.
-Con tus amigas las nubes, ¿no?- su pregunta me cogió desprevenida.
-No, pensando en el poco tiempo que te conozco…- “y lo mucho que me gustas” quise agregar.
-Si es raro… nos conocemos muy poco pero mucho…- él también debía haber pensado en eso.
Sonreí, como siempre que estaba junto a él.
-Que bonito- dije mirando un grafiti pintado sobre un muro de la calle.
-¿Te gustan los grafitis?- estaba sorprendido.
-Sí, son pequeñas muestras de arte. Mejor que los Picasso o los Goya.
-Sí, eso sí… yo solía hacer algunos…
-¿En serio?- se me había ocurrido una idea magnífica-¿Me harías uno con mi nombre encima del cabecero de mi cama?
-Claro. Quedaría bien, muy bien.
-¿Y dónde puedo comprar la pintura de grafiti?- eso podría ser más difícil.
-Tengo yo en casa de todos los colores. El sábado por la tarde podríamos pintar mi habitación toda con grafitis.
-Vale pero, yo no sé pintar con grafitis…
-Te enseño yo, tranquila.
-¿No te gusta el pistacho?-dije sonriendo.
-Te dedicaré una pared pintándola de verde pistacho con tu nombre debajo.
-Y yo a ti otra. ¿Cuál es tu color favorito?
-Azul cielo o naranja.
-¡Es genial la combinación de naranja, pistacho y grafitis! También es uno de mis colores favoritos…
-Es diferente, un color raro, chillón, alegre…como el pistacho, como tú.
-Como nosotros- lo corregí.
Nos reímos los dos con mi pequeña broma.
Ya  habíamos llegado a la tienda.
Entramos en la tienda.
Detrás de un pequeño mostrador había un hombre menudo y alto.
-Hola guapa. ¿Qué quieres?- me dijo con una delicada vocecilla cuando me acerqué a él.
-Tres botes de pintura verde pistacho- me lo pensé mejor- y dos botes de naranja.
Dani se rió, supongo que de mí.
-Tengo grafitis amarillos si te gustan- dijo cuando el hombre estaba buscando las pinturas.
 Le di un pequeño codazo.
A veces era tan irritante…
-Toma- me dijo el hombre dándome la pintura.
-¿Cuánto es?
-25€ por ser tú, preciosa.
Pagué y nos fuimos de la tienda.
-Ya tienes otro admirador…
-Lo decía para vender, tonto- dije mientras le despeinaba ese pelo suyo castaño liso tan bonito.
-Seguro- mientras lo decía me pasaba el brazo por encima de mis hombros.
¡Oh Dios, oh Dios! Ese chico es fantástico, más que eso genial, estupendo…
-¿Nubes?- preguntó como si no pasase nada.
-Sí- respondí con timidez.
-¿De qué color son tus nubes?
-Humm… pistacho, creo… con un toque de naranja y rosa…- dije riéndome.
-¿Rosa? Es muy típico para ti…
-No sé… tranquilo es rosa fucsia que es más de mi estilo.
 Se volvió a reír.
-¿Te ríes de mi o conmigo?- pregunté con verdadera curiosidad.
-Ambas cosas…- dijo entre más carcajadas.
Yo también me reí, de él, de mí. De los dos en general. Me hacía mucha gracia la situación: yo empezando en un sitio nuevo, me hago amiga de un chico que no se lleva bien con la gente y que creo que me gusta (o estoy segura que me gusta…no sé… esta noche había mucho que pensar…) y que se porta conmigo como el chico más sensible del mundo. Ese chico era especial y no sabía porque… quizás porque yo era la primera persona que lo descubría...
-Verónica.
-Vero. Daniel.
-Dani, no Daniel.
-Ok.
-Ok- esperaba que yo dijese algo pero, al ver que no lo decía, lo dijo él- ¿Vamos a pintar ahora tu habitación?
Solo asentí.
-Tú puedes ir tapando las cosas mientras yo hago unos bocetos para “mi pared”.
Sonreí ante esa idea, me encantaba.
-Gracias, otra vez- dije conteniendo las lágrimas
Llegamos a casa. Él se fue a la suya y dijo que luego entraría por abajo, por si mi madre entraba.
-Vero- dijo mi madre cuando entré en casa.
-¿Sí?
-¿Va a ayudarte Daniel a pintar tu habitación?
-Sí, me va a pintar un grafiti en una pared.
-Me parece muy bien, es un chico muy guapo, y simpático.
-Mamá…
-¿Ese es el chico interesante del que me hablaste?
-Sí, como tú misma dices, es muy simpático.
Apresuradamente subí las escaleras.
Puse los botes de pintura encima de mi cama. Cogí de mi armario las fundas en las que habían envuelto mis cosas de la mudanza y me puse a tapar las cosas.
Cuando había terminado, abrí la ventana y corrí la cortina. Miré y vi a Dani encima de su cama. Estaba solo.
Observé que no era tan complicado saltar y lo intenté.
-¡Bien!- dije una vez dentro de la habitación de Dani
-Valla, pensé que tardarías más en intentarlo- dijo mientras sonreía- mira, ¿te gusta?
 Me mostró un dibujo precioso, era yo mirando hacia, no sé dónde. Encima de él ponía “Vero” en letras rosas muy bonitas.
-¿Te gusta?- preguntó ilusionado.
-¡¿Cómo no me va a gustar?! Es precioso. Gracias- me abracé a él y los dos nos caímos en la cama- Humm… creo que en pistacho quedaría bien…
Se rió durante un buen rato.
-Pistacho, como no…- dijo riéndose de nuevo por el juego de palabras.
-Sí supongo…- dije levantándome de su cama y observando la habitación.
Era grande y muy luminosa (como la mía).Era de color azul cielo, que encajaba a la perfección con él. Estaba decorada con unos cuantos discos de vinilo encima del marco de la puerta de madera color castaño claro, que estaba a la derecha de la cama. Enfrente de la cama, al fondo de la habitación, había un gran armario haciendo juego con la puerta y, en la pared de la ventana se encontraba una pequeña mesa de estudio. Justo al lado del armario, enfrente de la ventana, había unos estantes repletos de CDS y, en medio había un pequeño equipo de música.
-Luego te quejas del mío- dije señalándolo.
-Eh, no te metas con él. Es pequeño pero matón.
Me reí como él lo hacía de mí.
-Me voy a mi habitación. Ven pronto- dije mirándole a los ojos.
Le dediqué una última sonrisa y salté por la ventana.
De pronto me volvía a encontrar en mi habitación.
Era curioso pero, me sentía extraña sin Dani a mí alrededor.
Me reí yo sola (como había hecho tantas veces en ese día de locos) de la simple idea de que había menos de un día que conocía a ese chico y no podía estar mucho tiempo sin él.
Puse música para que se me hiciese más corta la espera.
Born this way de Lady Gaga para subir los ánimos.
-Vero, ¿puedo pasar?- preguntó la voz de Mauri mientras tarareaba la letra de la canción.
-Sí.
-Veo que has hecho un amigo- dijo con una nota extraña en su voz. Genial, mamá se lo había dicho todo.
-Sí, quizás este sitio no esté tan mal al final…
-Un chico ayuda, ¿no?- preguntó enarcando una ceja.
-Mauri…
-Sí, vale, no me meteré en tu vida.
-Gracias.
-¿Te va a ayudar a pintar la habitación?
-Sí.
-¿Vero? ¿Estás ahí?- dijo Dani  asomándose por la ventana.
-Sí.
-Bajo ahora.
-Ok.
-Bueno, mejor me voy- dijo Mauri. Me dio un beso en la frente y se fue.
Me tiré en la cama.
Estaba agotada y no me apetecía ponerme a pintar la habitación pero, era con Dani y eso me animó un poco. La música seguía sonando. Shine a light de McFly&Taio Cruz. Una de mis preferidas. Canté el estribillo.
Busqué en mi armario ropa para pintar. Me puse unos pantalones negros gastados y una camiseta violeta de manga larga que hacía tiempo que no me ponía. También me cambié los tenis y me puse unas zapatillas de casa negras un poco rotas.
Continué cantando.
-Hola cantarina.
Solo le sonreí.
Él también se había cambiado de ropa. Ahora llevaba una camiseta gris (que le quedaba muy bien), un pantalón de chándal negro y unos tenis negros.
En la mano derecha llevaba una mochila negra.
-Vamos a pintar una habitación, no ha cometer un delito- dije señalándola.
-Son los aerosoles, tonta- dijo guiñando un ojo.
-Voy abajo a por las brochas y demás- dije abriendo la puerta. Bajando las escaleras, había un armario y Mauri me había dicho en el trayecto al instituto que allí había brochas.
Y, así era.
Volví a subir con todo en la mano.
Entré y, Dani no estaba.
-¿Dani?- pregunté. Parecía tonta.
-Estoy en mi habitación- dijo saltando por la ventana que tanto conocía- me había olvidado una cosa…
-¡Hay mucho que hacer!
Comenzamos a pintar, él decidió empezar por  “su pared”  y pintarla de naranja y yo por el resto de pistacho. Cuándo terminó me ayudó a pintar de pistacho mientras esperaba a que la pared naranja se secara para poder hacer la pintada.
Me fui un momento al baño y cuándo llegué ya había empezado con el dibujo.
Era precioso.  Era incomparable al verlo en la pared. Estaba mi nombre pintado en rosa fucsia con los bordes blancos y, debajo de ello, había un dibujo; era yo aunque, mucho más guapa. Debajo estaba poniendo Pistacho.
-Ohh, Dani eres… genial- logré decir.
-¿Te gusta?
-¿¡Estás de broma!? Es… perfecto.
-Me alegro de que te guste.
Terminó su dibujo en unos minutos, mientras yo lo observaba petrificada por la hermosura de esa obra de arte.
-Muy bien, solo queda firmar…-dijo mientras cogía un espray de color rosa (como el de mi nombre) y ponía “Gracias por todo” y debajo ponía su nombre- ¡Listo!
-Vengo ahora- dije abriendo la puerta.
Bajé a la cocina y cogí unas cervezas sin alcohol de la nevera. Volví a subir.
Él estaba sentado en el suelo, apoyado contra mi cama movida levemente hacia el centro de la estancia.
-Cerveza fresquita- dije mientras cerraba la puerta.
Le pasé una botella y el abridor. La abrió y tragó un largo sorbo de la cerveza.
Mientras tanto yo abría mi botella.
-Gracias- solté de repente.
-Oye, ¿nos vamos a estar dando las gracias toda la vida?- preguntó con cierto sarcasmo.
-No, pero te quería agradecer lo de hoy. Todo- dije siendo muy sincera con él.
-No, mañana me vas a odiar…
-¿Por…?
-Mañana Sonia te va a matar por no querer ir hoy con ella.
- Es una niña de papá y de mamá.
-Sí, quizás tengas razón.
-Creía que era a ti al que no le caía bien…
-Cuando ella llegó era como tú- me quedé perpleja- si, igualita y yo me empecé a llevar bien con ella… salíamos juntos, pero juntos.
-Osea, que era tu novia.
-Sí, en cierto modo…
-Así que, ¿te gustan las chicas como yo?- pregunté con ironía.
-Sí a la pregunta que no me has querido formular- como podía saber en que estaba pensando- ¿Y yo a ti?
-Sí, me caes muy bien- estaba claro que no estaba pensando en eso antes pero, me salvaría un poco  y le daría una pequeña lección.
-Con eso no engañas a nadie y tú lo sabes…- dijo mirándome a los ojos.
Se estaba acercando a . Ano, a mis labios…
¿Me apartaba? No, sería muy brusco por mi parte.
Oh, cada vez más cerca…
-Esto es ridículo, hace un día que nos conocemos. Es imposible…
En ese momento mis labios se juntaron con los suyos. No fue un beso rápido como yo había esperado. Era dulce, agradable y, me sentía muy rara a pesar de todo.
A ese chico que estaba besando la había conocido esa misma mañana…
De repente, el beso se paró.
Me volvió a mirar a los ojos.
-Ya sé que es raro pero, no necesito ocho meses para saber que te quiero y que quiero estar contigo- era la voz más dulce que había oído jamás.
Esta vez fui yo la que le devolvió el beso.
Este fue más largo. Con más ganas y menos dulzura. Era un beso de pasión, no de amor como el otro. Aunque incomparables, los dos eran magníficos.
Otra vez el beso se paró y yo me abracé contra él y, una vez más mis lágrimas cayeron precipitándose por mis mejillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario