ES EL DÍA
Hoy es el día de empezar de nuevo. Genial. Aquí no tengo
amigos ni conozco a nadie (bueno, está mi madre y Mauri) pero hay que empezar
todo esto de una vez.
-Vamos Vero, cuanto antes empieces, antes acabarás- me
digo a mi misma para intentar cogerlo todo con ganas.
Pero es imposible coger con ganas algo así. Cada vez que
pienso en ponerme de pie delante de todo el mundo me pongo mala. Y eso que a mí
no me importa llamar la atención por algo así pero… es difícil. Nunca antes
había tenido que conocer a gente tan nueva. Amigos de amigos no cuentan como
tener que empezar en un instituto nuevo sin nadie. Yo, yo sola ante el peligro.
Si no quiero volverme loca, tendré que ir escribiendo aquí,
en este Word titulado “Bienvenida a Madrid”; estaría bien que alguien me lo dijese…
-Vero, baja a desayunar-dice Mauri, el novio de mi madre
desde el piso de abajo.
Mauri no es mal tipo. Todo lo contrario me gusta para mi
madre. Pero es un poco difícil que te guste una persona que vive a 7 horas de
casa. Y como él tenía aquí trabajo, casa y mamá tan lejos de él no era feliz…
cosas de la vida ¿no?
En ese momento mi madre entra en la habitación.
-Cariño, sé que no tienes ganas de ir al instituto nuevo
y, si esto no funciona, siempre podemos volver a casa y que Mauri se venga…
-No mamá va a salir bien, no te preocupes… he estado
pensando si podría cambiar el color de
la habitación a un verde pistacho más alegre, este color me deprime-dije
mirando para el gris fangoso tan feo de la habitación- con un par de rallas de
otros tonos de verde quedaría perfecta.
-Sí, creo que eso estaría bien. Pregúntale a Mauri.
-Ok. Gracias mamá.
-Gracias a ti por intentar que esto salga bien.
-Vero, si te das prisa te puedo llevar yo al
instituto-dijo Mauri desde abajo.
-Voy- respondí levantándome de un salto de la cama y
corriendo a poner las manos en el gran
armario que tenía a la derecha de la cama.
Cuando me di cuenta mi madre ya se había ido.
Escogí unos vaqueros azules claro y una camiseta de manga
larga rosa y me puse una chaqueta de punto negra.
Calcé un par de tenis blancos de tela porque, a pesar de que
hacía frío no llovía.
Me pase el cepillo por mi pelo castaño liso, no me
complique mucho en peinarme, hice la ralla al lado.
Bajé las escaleras apresuradamente y me preparé el
desayuno.
-Veo que tienes hambre-bromeó Mauri viendo la rapidez con
la que abrí la nevera para coger la leche.
-Pues sí, aún no sé como sobreviví a la cena de ayer…-dije
recordando su intento de preparar la
cena- ¿Puedo pintar mi habitación de un color más alegre?
-Claro, es tu habitación-dijo él.
-¿Qué debería llevar al instituto hoy?-pregunte un poco
avergonzada por no haberme dado cuenta antes de algo tan normal.
-Los libros te los
voy a comprar esta tarde. Lleva el
estuche y unos cuadernos-dijo mi madre.
-Vale, ¿ya te vas ahora?-le pregunté a Mauri.
-Sí, ¿estás lista?
-Un momento y estoy… –dije tan rápido que se me
atropellaban las palabras, subí las escaleras. Cogí mis cosas y las metí en una
mochila de bandolera rosa claro. A continuación fui al baño y me lave los
dientes. Volví a bajar las escaleras muy rápido.
-Chao mamá.
-Chao Vero. Suerte.
Abrí la puerta principal de mi nueva casa.
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