viernes, 18 de mayo de 2012

Capítulo 12.


VIAJAR SIN MOVERTE DE DONDE ESTÁS.

Nos quedamos un rato mirándonos sin articular palabra. Hasta que al final yo decidí empezar una conversación.
- Al final no me has contado nada sobre ti...
- De acuerdo... ¿qué quieres saber?
- Todo.
- Empecemos por el principio: mi infancia. Desde tiempos muy lejanos siempre fui el típico niño solitario sin amigos. Me gustaba quedarme en casa solo y desdichado...- dijo con aire cómico.
 Me reí, como siempre que estaba con él.
- Venga Dani, en serio...
- Es totalmente serio... ¿no te gusta mi narración?- tenía una cara de cordero degollado que me dio una pena inmensa; pero aún así me reí.
- Venga.. sigue.
- Bueno, no he cambiado desde que era pequeño... o al menos eso me dice siempre mi madre. Dice que soy igual de tonto... mi hermano dice que es porque me caí de la cuna; pero yo creo que intentaron asesinarme para heredar solo ellos la fortuna de mis adinerados padres...- hizo un gesto como de pensar.
 Me abalancé sobre él y le besé. Adoraba a Dani, era una de las mejores personas que había conocido jamás.
- ¿Sabes? Eres el chico perfecto.
- ¿Sabes lo genial que eres?
- No, pero si sé lo afortunada que soy por conocerte.- en ese momento, Dani me apartó de él; me miró directamente a los ojos y me apartó un mechón de pelo que caía por delante de mi cara.
- Sin duda, aquí el único afortunado soy yo. Te cuento mis tonterías, mis idioteces y aún así, dices que soy genial... no te entiendo.
- Nadie me entiende... debo tener algo mal en mi cabeza... nunca a funcionado como es debido.
 Sonreímos y a continuación, nos besamos de nuevo.

Pasaron unos minutos hasta que volvimos a Madrid. Antes no habíamos estado allí, sin saber ni cómo  ni porqué, viajamos al lugar donde solo existíamos nosotros dos.
- Será mejor que me valla a casa. Lola dijo que me llamaría por la noche.
- En tal caso, buenas noches, Vero.- me despidió con un sutil beso.
Después, me levanté del suelo y fui hacia la ventana.
- Hasta mañana.- de pronto, se me ocurrió una idea.- ¿Esta noche podrías dejar la ventana abierta?- dijo sonriendo con malicia.
- Vale... a saber que haces.
- ¿Yo? Nada, si soy muy buena.- salí por la ventana y entré en mi habitación.
Una vez en ella, cerré la ventana y miré a través de ella. No me podía terminar de creer que aquel chico que estaba me había hecho marcharme a aquel lugar tan hermoso al que nunca había ido, ni siquiera con Fran.
Me di la vuelta y me dirigí al ordenador, lo encendí y abrí mi correo. Escogí a uno de los contactos.

" Fran. Lo siento, pero no quiero que te hagas ilusiones con lo que pueda pasar durante el fin de semana, estoy completamente segura de que mi opinión no va a cambiar valla o no valla. Siento no poder decírtelo por teléfono, no creo que sea tan valiente para eso; pero al menos, te lo escribo, creo que eso es más valentía que la tuya.
Un beso.
 Vero"
 Lo envié y, en ese instante sonreí como nunca lo había hecho. Eso que dicen que si se cierra una puerta se abre una ventana nunca lo había visto tan claro, incluso con ironía.

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